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La violencia que no hemos sabido prevenir

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PIDO LA PALABRA
    •    El índice de delitos cometidos por menores de edad va en un alarmante incremento


La violencia tiende a proclamarse como el signo representativo de esta época: el cine es violento, la televisión es violenta, la música es violenta, el narcotráfico es violento, la política la están haciendo violenta, el ataque a la violencia es violento, la carga de violencia que nos rodea va en un incesante e inexorable incremento.

El índice de delitos cometidos por menores de edad va en un alarmante incremento, tanto en la diversidad como en el número de estos, pues algunos delitos que en antaño solamente eran cometidos por adultos, perdieron esa exclusividad y ahora también son cometidos por menores de edad.

La violencia en los jóvenes, y niños inclusive, siempre tiene una motivación, ésta la pueden encontrar en cualquier parte, puede estar presente en la propia casa, en programas de televisión que en apariencia calificamos como cándidos e inocentes pero que están rodeados de comerciales con esa dosis violenta que paulatinamente va penetrando en la mente de los espectadores.

No es mi intención desplegar todo un tratado de delincuencia juvenil, puesto que ni es mi especialidad ni mucho menos el objetivo de este espacio de colaboración, simplemente expreso lo que a diario vemos, lo que se nos informa, lo que de alguna manera ha dejado huella en nuestra sociedad y que propicia que cada vez vaya disminuyendo peligrosamente nuestra capacidad de asombro ante tales hechos delincuenciales.

Es obvio que en el rubro de la prevención y el tratamiento de la delincuencia existe un notable atraso, no quisiera decir fracaso, pues esto nos daría la falsa impresión de que ya se cubrieron todas las posibilidades y no hay nada más por hacer, y por supuesto que sí lo hay; no solo en el aspecto de la legislación en donde se deben trabajar conceptos que no solamente estén encaminados a casos puramente asistenciales, o proteccionistas, o de tutela.

Hay mucho más por hacer, la legislación es solo una parte, pero acertadamente se ha dicho que ninguna ley será efectiva si dentro del seno de la familia no se toman las previsiones para evitar la violencia, y es verdad, la familia puede ser el origen del bien o del mal; aquí cabe hacer esa añeja pregunta: ¿saben con quién andan sus hijos? ¿Saben cual es el lenguaje que utilizan en casa y cuál el que utilizan con sus amigos?

Pero no es momento de lamentarnos, ni que la tragedia se convierta de inmediato en un lavadero de manos en donde todos son culpables menos nosotros; en efecto, los tiempos han cambiado, pero también las estrategias deben cambiar; el resultado es producto de la atención que todos pongamos al problema y no solo activemos alertas como una moda pasajera.

Hidalgo es un Estado rico de jóvenes talentosos que solo requieren de un espacio para hacerse notar, hay que darles ese espacio; la cultura no se debe centrar en solo hacer festejos del día mundial de…algo; eso y nada es lo mismo, pongámonos las pilas pues de otra manera el día de mañana seguiremos lamentándonos de más hechos de violencia que con un poco de atención de todos, desde la familia hasta las mismas autoridades, los hubiésemos podido prevenir.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.