La violencia no puede “normalizarse”

La violencia no puede “normalizarse”

RETRATOS HABLADOS

Una tarea vital en la búsqueda de los caminos que eviten al Estado de Hidalgo convertirse en presa de la delincuencia organizada, como ya sucede en buena parte del país, es impedir a toda costa “normalizar” los asesinatos cometidos prácticamente en la vía pública y achacar todo a la consabida frase “en algo estaría metida para haber sido acribillada a la entra de un mercado en pleno centro de Pachuca”.

Manejar esa argumentación es contribuir a que ya no cause ninguna sorpresa el asesinato de más personas, con la certeza de que, si así sucedió, luego entonces no hay de qué preocuparse y es posible seguir la vida como si nada hubiera ocurrido.

Ocurren y muchas cosas, porque “normalizar los crímenes” es incluso justificarlos, como los encabezados que hablan de “comandos” que ejecutan a esta o a otra persona, porque de ninguna manera se trata de “comandos”, ya que por esencia se trata de un grupo militar, es decir institucional, especializado en hacer incursiones a territorio enemigo.

Pero de ninguna manera un número indeterminado de delincuentes y asesinos puede recibir ese calificativo, porque cualquier persona ligada a la milicia le hará ver que es una afrenta para un Ejército, igual a las que padecen todos los días porque han recibido la orden de dar abrazos a los criminales.

Por eso es vital no “normalizar” la muerte, los crímenes, y mucho menos la presencia de estos personajes dedicados a la extorsión, el narcomenudeo, el secuestro y todo lo que usted ya sabe.

Es deber de todos no caer en el juego de pensar que el infausto destino ya nos tomó por el cuello, y luego entonces con callar y mirar, pero sin observar, todo estará solucionado.

Cada asesinato, cometido en plena vía pública es un aviso de que el empoderamiento del crimen organizado o desorganizado, avanza, y negarlo es absurdo.

Cada crimen debe hacernos entender que el terror, el miedo, de ninguna manera es un estado normal de las cosas, porque no es así, nunca ha sido así y nunca debe ser así.

Todavía es tiempo.

Mil gracias, hasta mañana.

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