La vida es solo un suspiro.

Alguien preguntaba alguna vez ¿cuánto tiempo vamos a estar vivos? y ¿cuánto tiempo vamos a estar muertos?. La verdad es que ninguno de nosotros sabemos cualquiera de las dos respuestas, lo que sí es un hecho es que -mientras no haya pruebas en contrario- el tiempo que vamos a estar muertos se presume infinitamente superior al tiempo que vamos a estar vivos.

 

 

 

Entonces, si la vida es solamente un suspiro en el devenir universal, si nuestro tiempo es limitado y por lo tanto, finito, en lugar de aprovecharla, ¿porqué vivimos en una eterna contradicción?.

 

 

Siempre remando contra la corriente, primero quejándonos de lo que tenemos y después quejándonos cuando lo hemos perdido; desperdiciamos miserablemente las oportunidades que cada día se nos presentan y después despotricamos de nuestra mala suerte; a nuestros seres amados no los valoramos en vida pero los lloramos cuando éstos ya se han ido al descanso eterno.

 

 

Lo cierto es que una gran parte del tiempo de ese suspiro lo desperdiciamos en indecisiones; filosofamos acerca de la inmortalidad del cangrejo y buscamos la cuadratura del círculo; y cuando nos damos cuenta ya perdimos gran parte de ese valioso tiempo que pasa y nunca regresa; lo único que logramos es que el tiempo corriese en nuestra contra; nuestra falta de carácter para enfrentar la vida nos convirtió en nuestro principal enemigo.

 

 

Ese desperdicio de tiempo lo veo en todas partes; en el trabajo por ejemplo, durante las mañanas se invierte el tiempo en nimiedades como actualizarse sobre las tragicomedias televisivas; perdemos tiempo en hablar sobre la lesión de chicharito o de las recientes contrataciones de “nuestro” equipo de futbol, y cosas por el estilo; y ya por la tarde, tratando de recuperar el tiempo perdido, trabajamos a marchas forzadas para sacar la producción exigida; seguimos la estrategia de los maestros oaxaqueños, queriendo recuperar en una semana de clases los cien días que se perdieron en plantones en cualquier parte de su universo paralelo.

 

 

Lo veo en las escuelas, los alumnos, haciendo como que estudian, pero siempre con el celular en la mano esperando llamadas telefónicas durante las horas de clase, se han convertido en esclavos del Black Berry; sus tareas pasan a un segundo término y después le ruegan al maestro que se las reciba extemporáneamente “aunque valgan menos”; jueves social, días de francachela que están por encima de la responsabilidad; y de los exámenes se acuerdan solo –si acaso- el día anterior al de su aplicación.

 

 

El estrés los debilita por no hacer buen uso de ese tiempo que a cada segundo, se acaba. Para todo debe haber tiempo, en efecto, pero en tanto no sepamos priorizar nuestras responsabilidades y darle su tiempo a nuestro descanso, siempre estaremos trabajando en eterna contradicción; pues las horas laborables las descansamos; y las de descanso, no lo podemos lograr por la preocupación de no haber cumplido con nuestras responsabilidades en el momento oportuno. Feliz semana y a trabajar que el tiempo se nos acaba, solo es un suspiro; PARA EL DESCANSO YA TENDREMOS TODA UNA ETERNIDAD.

 

 

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

 

 

L.D. MIGUEL:.ROSALES:.PÉREZ:.

 

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