La verdad construida a golpes de “likes”

La verdad construida a golpes de “likes”

RETRATOS HABLADOS

Avanzamos en la construcción de realidades que no lo son en el plano informativo, y lo celebramos por su inusual rapidez, al grado que es posible encontrar la nota de un hecho que aconteció apenas unos minutos, en la llamada supercarretera de la información. El reto es que en un futuro inmediato podamos enterarnos de cualquier suceso incluso antes que se registre. Parece un absurdo pero la tecnología nos ha enamorado tanto, que aceptaremos gustosos que al igual que la alerta sísmica, contemos con la alerta en materia de información en que se nos indique lo que está por venir.

Ganar la nota es asunto del pasado, y la tarea fundamental es ganar el futuro, que dejará de serlo apenas aparezca en las pantallas del celular, la tableta o la computadora. Una vez leído el encabezado, vista la fotografía, sepultaremos el asunto en lo que fue, lo que ha pasado a ser desecho.

Por alguna razón estamos seguros que una vez que el hecho ha sido compartido, no solo perdió impacto, sino que desapareció al conjuro de que es cosa del pasado. A muchos les encanta esta posibilidad, y no paran en elogios a la capacidad para hacer viral (que utiliza estrategias semejantes a los virus para propagarse) cualquier acontecimiento haya sido confirmado o no. Es un campo fértil para la desinformación.

Es posible, no recomendado ni justificable, hacer juicios sumarios, igual que se tratara de una asamblea manipulada por el líder en turno que decide el linchamiento de un supuesto delincuente y la multitud lo avala con gritos, manos levantadas y de plano la acción con un machete en mano.

El resultado con mucha frecuencia es errado, aunque no el arrepentimiento porque el factor esencial en todos estos menesteres es el anonimato, desde el cual resulta hasta placentero desahogar penas, frustraciones y toda una vida llena de carencias.

Sin embargo el problema real reside en la frivolización del ejercicio informativo, donde aparecen a pasto canales que conectan de una manera importante con los sectores jóvenes con su manejo desenfadado del lenguaje, y la cancelación absoluta de toda etiqueta porque, según ellos, se han convertido en la mismísima voz del pueblo, y por lo tanto ejercen una libertad de expresión única y elogiable.

Paso a paso vamos a la sociedad que entierra sus errores en tiempo récord, y el récord está marcado por la publicación (ahora se dice subir a la red), la lectura que difícilmente lo es porque a lo más que se aspira es que lean el encabezado y la foto o ilustración, y finalmente el olvido casi inmediato porque con todo y que pueda permanecer hasta la eternidad en servidores sin dirección cierta, damos por hecho que con un click serán asunto del pasado.

Por lo tanto es muy posible que en estos tiempos líquidos que concibiera Bauman, la irrefrenable ansiedad porque todo pueda moldearse de acuerdo al envase en que se derrame, tenga como máximo expositor los espacios en las redes, los sitios que compiten por adelantarse a la realidad para inventar otra que puedan darle categoría de verdadera, bajo la suma de millones de pulgares levantados.

El problema es grave cuando la gente de poder decide fundamentar su responsabilidad en lo que le aprueben o desaprueben en internet, porque es un signo inequívoco de que ha saltado de la realidad a una realidad que siempre quiso inventar pero no se atrevía porque no contaba con el apoyo supuesto de los ciudadanos.

Hoy los ciudadanos han dejado de tener un rostro claro, reconocible, para convertirse en el contador y hacedor de estadísticas de google analytics, prueba que algunos consideran irrefutable para valorar un sitio, no por lo que difunde, sí por el número de personas que hacen y construyen el tráfico que presenta.

Mal hacemos cuando una máquina nos dice si funcionamos o somos un reverendo fracaso.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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