
LAGUNA DE VOCES
Ahora es el frío. Todos, antes de saludar, hacemos el comentario sobre el clima, que se mira en los cerros con sábanas aborregadas asomándose pecho tierra. Pachuca de por si es de un clima congelante, pero en los últimos días de noviembre, ya con las fiestas navideñas y fin de año a la vuelta, se ha presentado de una manera pocas veces vista. Es un frío rencoroso, huraño, con ánimos de venganza, como si fuera asunto de cobrarse tantas cosas que le hemos hecho con una modernización mal entendida, que solo le ha desfigurado la cara, un tiempo esculpida por el viento, hoy por manos torpes, no pocas veces negociante de dineros para beneficio particular.
Pareciera que la vocación natural de una capital del país, con un origen ligado al aire, se ha intentado, por todos los medios, hacerla otra, y presentar el progreso con estructuras de cemento y acero, donde se topan de frente los soplidos de las nubes, para perder irremediablemente un reto al que nunca se le invitó, para que por lo menos se preparara.
Tampoco los calores son normales, porque se rompió un equilibrio regulado por el viento, la mayor parte del año escaso, y solo presente en noches de insomnio y tristeza en la plaza del Reloj Monumental.
Por eso usted puede decir que sí, que es un hecho que estamos ante la venganza de lo que fue Pachuca, lo que nunca volverá a ser, porque día con día los que la defendían se murieron, se aburrieron de exigir un crecimiento armonizado con las nubes, los fríos. Pero nadie les hace caso, porque hoy como nunca los jóvenes exigen que desaparezcan las calles de a pie, de a bicicleta, y sean para autos, viejos, nuevos, baratos, brutalmente caros, pero que les permita mostrar y demostrarse que la vida lleva prisa.
Así que no se espante por los fríos.
Son los últimos respiros de un gigante que habitó esta, la única ciudad del país donde su personaje principal no era un héroe de esta y otra epopeya, sino el invisible ruido de quien llena los pulmones y luego sopla hasta dejar enteleridos a los que se cruzan en su camino, en los puros huesos.
Es decir que, de nunca verlo, perdimos el respeto al viento, al aire sin cuerpo, que todas las tardes gustaba correr por todas las calles del centro, pero acabó perdido entre tantos nuevos fraccionamientos, donde ya nadie se conoce, y ser desconocido es una tarjeta constante de presentación.
¿Cómo será el futuro de este pedazo de tierra donde detuvimos el andar sin rumbo?
Parece asunto de chiste, pero no lo es.
Porque muchos son los que decidieron fincar su vida en la ciudad de la plata, del mineral, para no volver a ninguna parte. Para regresar, cuando la vida les proporcionó la oportunidad de ir a vivir a otras latitudes, a su casa, a su tierra, que es Pachuca.
Mejor abríguese, gorro, bufanda y guantes, que las alertas de un frente frío eran reales, tan reales que, de los seres vaporosos escondidos entre la neblina de las zonas altas del país, hoy se transforman en personajes de cristal transparente, propicios a resquebrajarse, hacerse polvo.
Es el cierre del 2023, y todavía hay muchas sorpresas qué esperar.
Mil gracias, hasta mañana.
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