Después de bajar a la mina, 370 metros de profundidad, y comer nuestros tacos, lo más pronto posible, nos subíamos a unos vagones como el trenecito de Chapultepec, pero más grandes que son plataformas con ruedas que caminan sobre rieles, jaladas por el motor, que funciona con electricidad (Trole).
Nos trasladaban tres kilómetros y nos dejaban en un contra tiro de la mina de Santa Ana, donde teníamos que subir 80 metros de escaleras verticales.
Juntó a mi, iba cabeceando “El Chalupas” que con el movimiento del motor, su cabeza la hacía de un lado a otro. Su compañero que le decían La Tuza, le pegó en la gorra.
- ¡Despierta cabrón! a dormir a su casa.
El chalupas abrió los ojos prendió la luz de la lámpara y dijo.
- ¿Quién fue el güey, viejo que me pego?
- ¡El chile!
- ¡No chille, aguántate como tu hermana!
- ¡No te duermas! aquí no es mesón. A mi se me hace que no te deja dormir tu vieja o las pulgas.
- ¡Tú hermana!
- ¡Me prestas una semana!
“El Chalupas” apagó su luz, y cerró los ojos, La Tuza, le iba haciendo maldades, no lo dejaba dormir.
- ¡Ya pinché Tuza! no estes molestando.
- ¡No te duermas, ya vamos a llegar!
- ¡Es que desperté muy temprano, y tengo un madral de sueño!
- ¿Por qué despertaste temprano?
- ¡Ya ves que mi vecina esta bonita y bien buena!
- ¡Si!
- ¡Ayer cuando llegue de trabajar estaba lavando el patio, cuando se agacho le vi los calzones! se me quedaron bien grabadas sus piernas, y cada rato las recordaba, no las podía olvidar. Con esa imagen me fui a dormir.
- Soñé que mi vecina venía cruzando la calle, el aire le levantó el vestido, y le volví a ver sus piernas. En eso venia un carro a toda velocidad con la intención de atropellarla, corrí la hice a un lado, la salve, se acercó junto a mi, me miro fijamente y muy coqueta me dijo.
-¡Muchas gracias vecino!
Se colgó de mi cuello, puso su boca en mi oreja, y sentí su resuello, la abrace. Con su lengua me lamió desde la barba hasta la oreja, haciendo que me pusiera chinito, chinito. Y me dijo.
- Yo beso así vecino, pero con mucho amor. Volvió a juntar su cara con la mía, y sentí su lengua que recorrió desde la frente a la barba. Que despierto y era mi pinche perro. Que me levanto encabronado y que le doy de patadas. Eran las 3 de la mañana y ya no pude dormir. Mi vieja que me dice:
- ¡Ora que! ¿Estas loco? ¿Por qué le pegas al perro?
-¡Es que me lamió la cara!
-¡También no te la lavas!
-¡Ya no me dormí, y tu que vienes molestando!
-¡Si no soy lazo!
-¡Con todo y orejas te echo al cazo!
“La Tuza”, era el encargado del “Chalupas” y se llevaban muy bien, vivían en el mismo barrio. Llegaron al rebaje y le dijo.
- ¡Órale chalupas, súbete a la alcancía a llenar las conchas!
- ¡Tengo mucho sueño! mejor voy a pedir permiso y me voy a mi casa.
- ¡Te vas, ni madres! aquí trabajas o te rajo el hocico a madrazos.
- ¡Ah chinga! ni mi padre me pega, cuantimás tú.
- ¡Tu padre porque es muy burro! pero yo soy tu padrastro. Trabaja y luego te duermes.
-¡Con tu jefa!
El Chalupas se subió a la alcancía, que tiene tres metros de altura, y llenó varios carros de mina, llamados conchas o Góndolas, entre los dos las iban a vaciar, pero a medio turno se encampanó la carga, no bajó, quedó prensada, el “chalupas” le dijo:
- ¡”Tuza” súbete para que me ayudes!
- ¡Si no soy partera!
La tuza se subió, se asomó y le dijo:
- ¡La carga se quedo atorada!, voy por una fajilla y le metemos pólvora. Ahorita vengo.
Como La tuza se tardó, “El chalupas” se atrevió a meterse a poner una plasta de dinamita, la carga se vino y lo prenso en la puerta de la alcancía muriendo instantáneamente. Al pasar los días la “Tuza” quedó triste, extrañaba a su mejor amigo. Se había vuelto muy borracho, casi no comía.
Un día que estaba en la cantina con sus cuates entró un perro, de momento le dio risa, luego se puso a llorar como niño. Sabían que se acordó del Chalupas.
Una vez el contratista le dijo al jefe de la mina que cambiara de contrato a la “Tuza”, el ingeniero le contestó:
- ¿Por qué quieres cambiarlo?
- Desde el día del accidente del compañero, anda muy triste distraído, si de por sí, es medio pendejo, ahora más, no vaya hacer el diablo, y un día se mate.
- Yo te aviso cuando este el cambio. Hay que hacer movimiento de gente.
La pobre “Tuza”, no daba una, les dio gusto cuando les avisaron que ya estaba el cambio, lo iban a mandar a la mina del Paraíso. Nos fuimos a despedir de él, y nos dijo:
- Les agradezco mucho, pero no quiero irme. Toda mi vida he trabajado en esta mina, y además por aquí anda mi amigo “El Chalupas”.
Le dijo el contratista.
- ¡El cambio ya está hecho!, a ver tu “poeta” dile unas palabras de despedida a la “Tuza”.
Había un compañero que le decíamos el “poeta” porque siempre hablaba en rima y le dijo.
- ¡Pobrecita de la “Tuza”
¿De qué agujero saliste?
¡Antes eras muy alegre!
Ahora te vemos muy triste.
¡Pobrecita de la “Tuza”!
Ya no prueba ni bocado,
En la mina no trabaja
Anda muy apendejado.
¡Pobrecita de la “Tuza”!
Ya lo dijo mi compadre,
Ya se va la pobrecita,
Se va a ver a su madre.
El cambio le sentó bien a la “Tuza”, porque se repuso y volvió a ser el mismo, una vez en la cantina nos dijo.
- ¡La vida es muy cabrona!, nos pone muchas trampas, El difuntito “Chalupas”, estaba muy enamorado de su vecina, y su perro de él.
- Así es la vida, me cae que por un pelito de rana te lleva al otro mundo.
- La verdad todos los mineros debemos de estimarnos, porque no sabemos cuando nos pasa un accidente. Y la mera neta yo me siento culpable de su muerte, porque sabía que él estaba muy desvelado y lo hubiera mandado a él por la fajilla.
- Ya le tocaba te acuerdas del “Calabres”
- Si como no, vio que “El chinguiñas” estaba muy cómodo comiendo sentado en un costal, ya no hallaba como quitarlo y le mintió diciéndole que le hablaba su perforista, se paró y luego el se sentó, todavía no acababa de sentarse, cuando le cayó de arriba una pegadura y lo mató.
- Si tienes razón.
- Pues ponte abusado porque por ahí corre un rumor del “Mono”, que te anda buscando porque le diste gane con su vieja.
- Mejor vamos a platicar de otra cosa porque ese güey si me desmadra.