Home Nuestra Palabra La Trumpheta del apocalipsis…y otras cosas

La Trumpheta del apocalipsis…y otras cosas

0

Los chilaquiles cada vez más picosos y los totopos se pueden poner de a peso, pues al paso galopante que puede llevar el precio de la tortilla y otros productos de la canasta básica, los mexicanos (de la clase media para abajo) TERMINAREMOS COMIENDO PURO CHILE, desde luego, me refiero que para sustituir en el delicioso platillo popular de los chilaquiles la ausencia de los rechonchos totopos de maíz usados en su elaboración, se tendrá que poner en el guiso más chile del acostumbrado, y ya ni siquiera nos hagamos la ilusión de aderezarlo con un huevo revuelto para que apriete el sabor, pues si la sabiduría de la abuela (la de mis hijos) no nos falla, entonces estaremos hablando muy pronto de una alza al precio del producto del ave de corral domesticada, argumentando que a las gallinas las alimentan con maíz.

 

Como decía Rius: “la panza es primero” y en este momento esa es la parte anatómica que más nos está doliendo por el disgusto que nos ocasiona el ver cada día la insensible alza de precios; el darnos cuenta que el escasísimo poder adquisitivo cada día se  hace más insostenible.

 

No olvidemos que un padre de familia común y corriente, en su vida cotidiana puede sobrellevar muchas cosas, puede aguantar el mal humor de su jefe, puede soportar la arrogancia de la persona que lo atiende detrás de un mostrador en alguna oficina de gobierno, y en el colmo del estoicismo, puede inclusive digerir las promesas de eliminar el malinterpretado fuero constitucional, pero lo que no puede soportar y es muy en serio, es que sus hijos le pidan para comer y lo que gana para ello no le alcance para maldita la cosa.

 

Y es en ese preciso momento en donde puede cambiar la sui generis forma de vivir de los mexicanos, en donde de todo hacemos un chiste, en donde de cualquier cosa le buscamos el lado amable, pero cuando falta el alimento, puede salir a flote lo más negativo de las personas y es ahí en donde está el riesgo de darnos circo pero quitarnos el pan.

 

El horno no está para bollos, y las medidas a adoptar deben ser de inmediato para evitar la especulación de los hambreadores que pretenden enriquecerse a costa de las necesidades del pueblo; pero no es con declaraciones oficiales normalmente aderezadas con buenos deseos que de ahí no pasan, ni con manifestaciones callejeras el cómo se va a resolver el problema; hace falta un auténtico compromiso social de quienes tienen la obligación de cuidar los intereses del pueblo, pues al final para eso les pagamos.

 

Ya no nos chupamos el dedo, pues sabemos que el problema no se encuentra en el expendio de productos de la esquina, o en los comerciantes informales como algunos lo pretenden hacer creer, el problema se encuentra en los acaparadores comerciales que con esa acción pretenden generar una escasez ficticia con la finalidad de incrementar los precios posteriormente, escudándose en esa famosa ley de la oferta y la demanda, propia de un país capitalista, que desde luego, no lo es el nuestro; y todo para recuperar sus costos de producción que se incrementaron con el gasolinazo.

 

Agreguémosle a nuestros problemas internos el hecho de que ya empezaron a tocar en nuestro cielo las Trumphetas del apocalipsis, y nuestra desesperada respuesta no pasó más allá de colocar a aprendices de brujo como defensa.

 

Aprovechando esta crisis, seguramente los muertos vivientes querrán nuevamente hacer su aparición, pero ello no debe ni extrañar ni mucho menos espantar a nadie, pues ya sabemos que como cuchillitos de palo siempre estarán buscando como auténticos oportunistas el momento para hacerse notar y volver con su cantaleta de salvadores del Universo, y sacar provecho de una situación que debe ser centro de atención para resolver y no para polarizar como por desgracia siempre ocurre.

 

Lo que debe importar es la difícil situación de millones de mexicanos cuya dieta aún sigue siendo de frijoles, tortillas y chile; y si la tortilla deja de ser un artículo de primera necesidad para convertirse en un artículo de lujo, entonces sí que debemos preocuparnos, ya que entonces corremos el riesgo de que los totopos y no los cocolazos se empiecen a poner de peso.