Home Relatos La tranquilidad del sueño 

La tranquilidad del sueño 

La tranquilidad del sueño 

PEDAZOS DE VIDA 

Abro los ojos, nuevamente ha sido antes de lo esperado. Por la ventana que tiene las cortina más clara de la habitación se puede observar que la oscuridad todavía domina el ambiente externo, parpadeo antes de encender la lámpara y tomo el celular para ver la hora, son las cinco de la mañana, oh sí, ahí está el gallo de doña Gertrudis, puntual como si tuviera un reloj integrado en su ser, hasta acá puedo escucharlo. El día que la señora de la sonrisa eterna se vaya, todos nos daremos cuenta porque seguro que el gallo dejará de cantar, nadie más tiene uno aquí que ya es más ciudad que pueblo. 

Si he de dormir poco me gusta que sea por desvelarme, no por despertar más temprano, si en mis ojos habrán de esculpirse las ojeras que a varias personas les gustan por la forma en que resaltan mis ojos, que sea porque así lo decidí no porque un espíritu cualquiera haya intentado robarme el sueño. Por lo general pienso cosas como esta cuando el reloj natural me falla y a mi cuerpo se le ocurre abrir los ojos antes de tiempo.

No, no padezco insomnio. Nunca lo padecí, incluso cuando llegué a esta casa y las gotas hijas de la lluvia, caían del techo, ni siquiera en esos momentos dejaba de dormir, tampoco lo hacía con el arrastrar de las cadenas de un alma en pena que a las tres de la mañana se hacía presente, creo que se cansó de ser ignorada y se marchó unos años después. Tampoco el sonido del viento me quitó el sueño, pero me gustaba estar despierto para escuchar la lluvia, el viento, las cadenas. A veces aprovechaba para leer algunas historias y dejar así que el maquillaje natural del cuerpo se marcara en alrededor de mis ojos. 

Son las cinco con quince minutos, estoy despierto, quizá sea un buen día para estrenar la ropa deportiva y salir a correr, pero los perros de las cuadras contiguas en las que nunca he tenido la necesidad de transitar, quizá como en la otra colonia, salgan, me persigan y no tenga más remedio que morderlos, y luego los dueños hagan fila para cobrar la indemnización. No se puede hacer nada más, hay que dormir otro rato o quizá ya vaya siendo tiempo de despertar de nuevo.