Felipe Martínez, era un minero medio viejo, su cabeza era chica a comparación con la espalda, tenía los brazos cortos caminaba despacio por lo gordo y lo chaparro, le decían la “Tortuga”. Su categoría era cochero siempre lo traían como calzón de mujer mala, para arriba y para abajo, le gritaban y le mentaban la madre. Trabajaba a 480 metros de profundidad lo mandaron a trabajar con el “Chato”.
Un cabrón que no tenía la nariz, parecía que había chocado de frente era palero de aire, manejaba la pala para levantar grandes cantidades de mineral y echarlas en las cochas.
Era un experto con la pala, lo utilizaban cuando se había caído un rebaje, es cuando se vienen abajo cientos de toneladas de carga y tapan el túnel, también en trabajos especiales y urgentes.
El trabajo de la “Tortuga” consistía en echar la carga atrás y ver que las mangueras del aire con que trabaja no las fueran a machucar las ruedas de la máquina.
Para manejar la pala de aire se necesita tener mucha experiencia, el “Chato” se iba a caer, se detuvo en la palanca, la pala se echó adelante por el peso del cucharón y se salió de la vía.
A la “Tortuga”, le dio tiempo de brincar como chapulín para que no lo machucara, estaba muy espantado y le dijo el “Chato”.
- ¡Chinga! como fue a pasar esto, ve al túnel por ahí andan los mecánicos ambulantes, le dices que te presten una garrocha para levantarla.
- ¿Y si no están?
- Ve a traer a el “Gato”, pero no te tardes a ninguno le digas que se cayó la pala.
Por primera vez en su vida la “Tortuga” corriendo llegó al laborío, hacía mucho calor se subió 80 metros de escaleras para llegar al rebaje, ahí nos encontrábamos el contratista, mi perforista el “Chocolate” y yo que estábamos pariendo chayotes, no se podía poner un puntal de madera, y se nos venían las piedras, me dijo la “Tortuga”.
- “Gato” te habla el “Chato”.
Le dijo el “Chocolate”.
- Ahorita no estés chingando, quítate de ahí pinché“Tortuga”, babosa, te puede aplastar un gabarro.
- Es que el “Chato”, necesita con urgencia al “Gato”.
- Dile que no pude ir.
- Por favor, que vaya y se regresa pronto.
- Dile al “Chato”, que no va, el “Gato Seco”, tiene mucho trabajo aquí.
La “Tortuga”estaba muy angustiado y me volvió a decir.
- Vamos carnal si no, para qué quieres que el “Chato”, me agarre a patadas.
Me estuvo rogando mucho que le dije al “Chocolate”.
- Ahorita vengo voy a ver que se le ofrece a ese güey.
- Ve pero si te tardas me cae que te dejo salir tarde, a ese güey del “Chato” nada más le gusta vacilar.
Caminamos más de dos kilómetros, y llegamos a donde se había caído la pala, el Chato daba vueltas metiéndole una tranca para levantarla. Al ver a la “Tortuga” le preguntó
- ¿Qué pasó con el Gato?
- Aquí está.
- Metelo debajo de las ruedas.
Al no hacerle caso volteo a ver qué es lo que había ido a traer.
El “Chato”, le dio de cachetadas, y le gritó:
- ¡Como serás pendejo pinche “Tortuga”, te dije que trajeras un gato hidráulico, no un maldito “Gato Seco”, sáquense de aquí los dos, antes de que les de en la madre.
- El idiota eres tú porque se te cayó la pala, y tú para qué fuiste por mí.
- Perdóname pero este güey me dijo que le al Gato.
Enojado me regrese a mi trabajo les menté la madre a los dos, el “Chato”, paro el motor que trabaja con electricidad de alta tensión, le dijo al “Pelos”:
- Échame una mano hijo, se me cayó la pala, no tarda en barra Luís, y se va a encabronar.
- Pero no la va aguantar el motor.
- La enganchamos con la cadena y la jalas, cuando la saquemos unos metros, le metemos las ranas y las subimos a la vía.
- Está bien vamos.
El motorista le dio un jalón a la pala, como el cucharón, estaba cargado con el esfuerzo el motor se salió de la vía.
- Viste lo que pasó, pinche “Chato”, al que van a chingar es a mí.
- Echa andar el motor y le meto las ranas, dale con cuidado para que no se vaya a voltear.
La “Tortuga”, se puso nervioso, no le pudo meter las ranas, el motor se jalo y se dio la media vuelta, era muy difícil volverlo a subir. El “Chato” regaño de nuevo a la “Tortuga”.
- Tú tienes la culpa pendejo, estas salado, siempre que ando con ayudantes pasa esto, nunca antes me pasó esto, bien dicen que no eres católico, y un mocho trae mala suerte. Además comprometimos al “Pelos”.
El motorista dijo.
- Deja de estar alegando y métele las ranas tu “Chato”, las detienes estoy seguro de que sube, ¡Órale!
El “Pelos” le metió los puntos al control y en lugar de subir saco muchas chispas, se comenzó a quemar la garrocha que sostenía la carretilla donde pasaba la corriente.
- ¡Chin!, ya no se pudo.
- ¡No mames, vamos hacer el intento si no para qué quieres que me corran, tenemos la carga parada!
- Pus esta pinché “Tortuga”, no sirve para nada. Échale de nuevo.
La cosa se puso muy peliaguda, la “Tortuga” para que no lo estuviera regañando el “Chato” se fue a esconder, el motorista le hacía la lucha pero no se podía meter a la vía, se cortaba la corriente, se escuchan mentadas, y maldiciones, la “Tortuga”, estaba parado en un charco de agua. Cuando echo andar el motor, le llegó la corriente de lleno se escuchó un pujido, y cayó desmayado, nadie se dio cuenta, el motor subió a la vía y se fue, el “Chato”, se quedó como en el principio con la pala de aire fuera de las vías. Se sentó a esperar que llegara la“Tortuga”, sin saber que estaba tirado a unos 20 metros detrás de él. Paso por ahí el barra, Luís, que era el jefe de mina, al ver a la “Tortuga”, tirada le dio los primeros auxilios, fue directo con el “Chato”. Y le preguntó:
- ¿Qué haces?
- Estoy esperando al ayudante para que me ayude a subir la pala, pero no se donde se fue.
- Se lo llevaron a la superficie, está quemado, lo agarró la corriente, y tu desde ahorita te vas a tu casa, te quedas a cuidar a tu madre, que no se caiga, porque aquí no sirves. Se te da oportunidad y vales madre lárgate no te quiero ver. Quedas cancelado, La “Tortuga” se va al hospital y al “Gato seco” que mandaste a traer también lo voy a castigar.