La escalada amenaza con bloquear con la negociación del Tratado de Libre Comercio
El viaje de Videgaray y Guajardo no pudo tener peor comienzo. La misma noche del martes, Trump anunció su intención de firmar a la mañana siguiente la orden de construcción del muro. El golpe dejó en evidencia la escasa importancia que daba Washington a los intentos mexicanos por restablecer la confianza.
Las hostilidades dieron comienzo. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció que suspende la reunión prevista el martes en Washington con Donald Trump para negociar el TLCAN. La decisión, que abre profunda crisis diplomática entre ambas naciones, llega después de que Trump firmase el miércoles la orden de construir un muro en la frontera y de que ayer anunciara en Twitter que si México no estaba dispuesto a pagar, era mejor cancelar el encuentro.
La humillación pública para Peña Nieto y su equipo fue de tal calibre que, pese a sus resistencias iniciales, decidieron cancelar la visita y adentrarse en territorio desconocido. Nunca en las últimas décadas la relación entre EU y México había pasado por un momento tan crítico.
La bofetada de Trump a México ha sido histórica. En el aire quedó la supervivencia del TLCAN, del que ya se ha dado de baja Canadá, y la estabilidad de una relación entre dos países que comparten más de 3.100 kilómetros de frontera e inmensos nexos demográficos, culturales y económicos.
Para llegar a este punto, Trump se ha empleado durante meses a fondo y ha sacado sus peores modos. No sólo al inicio de su campaña a la presidencia, en que llamó violadores y asesinos a los inmigrantes mexicanos, sino ya en la Casa Blanca escenificando con su vecino un juego de dominio y poder muy alejado de cualquier negociación al uso.
El último capítulo de esta historia empezó a escribirse el martes cuando el secretario de Exteriores y hombre fuerte del Gobierno, Luis Videgaray, y el de Economía, Ildefonso Guajardo, llegaron a Washington para iniciar las conversaciones y preparar el terreno para la visita oficial del 31 de enero. Enviados por Peña Nieto bajo el lema de “ni sumisión ni confrontación”, sobre ellos recaía el reto de revitalizar una relación moribunda.