Aquella noche, después de medio buscar sus pertenencias recién hurtadas, Roberto volvió a dormir. Al día siguiente su comportamiento fue todavía raro, estaba lleno de impotencia, y el efecto del fármaco utilizado por el delincuente para dormirlo no terminaba de surtir efecto en él, no coordinaba bien sus movimientos, a momentos parecía que estaba borracho, aunque ya podía hablar con más naturalidad, se tambaleaba al momento de caminar.
Había concretado una cita para un encuentro en su propia casa, aquél hombre había llevado bebidas alcohólicas que a Roberto le habían costado mucho trabajo destapar, y al despertar no tenía su pantalla, su celular, las llaves del carro, y tampoco estaban los envases de la bebida que supuestamente tomaría para que ambos “se relajaran”.
Benzodiacepinas
El médico, Octavio Ibarra de León, director del Hospital Psiquiátrico Villa Ocaranza, informó para Diario Plaza Juárez sobre el riesgo que conlleva el uso de las “benzodiacepinas”, sustancia que fue detectada en el examen de orina que se hizo Roberto, cinco días después de aquella cita que no sólo lo dejaría con pérdidas materiales sino con una serie de sentimientos y de pensamientos sobre lo que sucedió y lo que pudo suceder.
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