PIDO LA PALABRA
Los mexicanos hemos dado plena muestra de que el espíritu de solidaridad lo tenemos enraizado en nuestros valores
La palabra Solidaridad hace referencia a lo que es sólido, y México es un País sólido, tanto por su gente como por su cultura, y así lo hemos entendido desde el momento en que algunos asumieron que nos vinieron a descubrir, y nosotros les enseñamos las consecuencias de su error.
En México, pese a las naturales diferencias que como comunidad humana solemos tener, sabemos que todos somos responsables de todos, y que la colaboración mutua mantiene la unidad, en todo momento, en situaciones difíciles, en días aciagos cuando al final del camino solo vemos sombras, oscuridad y nos resulta imposible encontrar la salida; es en ese momento cuando los valores humanos aparecen como la luz que nos indica la vía a seguir, que nos muestra que es la convivencia y no la confrontación la que nos llevará a lugares impensables para los mezquinos y ambiciosos; la solidaridad es el camino, la solidaridad es la meta.
Los momentos difíciles son los que fortalecen el espíritu, las espinas forjan el carácter, las piedras en el camino son la oportunidad que tenemos los mexicanos para demostrar que juntos somos capaces de trabajar en comunión, alejando nuestros propios intereses, matando cualquier intento que nos obligue a sacar ventaja de las desgracias ajenas; la solidaridad es un grito moral que nos impulsa a tender la mano a nuestro hermano, a nuestro amigo, a nuestro semejante.
Los mexicanos hemos dado plena muestra de que el espíritu de solidaridad lo tenemos enraizado en nuestros valores, las desgracias nos unen, pero también la ambición de algunos nos permite recordar que siempre será mejor estrechar la mano que aventar la piedra.
La solidaridad sabemos manifestarla a través de nuestros actos sociales desinteresados, cuando ésta nos invade no pensamos en nosotros mismos, primero está ayudar a los demás, solo así saciamos nuestra necesidad de convivencia, esa convivencia que comúnmente tratan de romperla los que solo ven al futuro como la oportunidad para pisotear y abusar de los derechos de demás, nos envenenan, nos emponzoñan, corrompen momentáneamente a nuestro sentimiento de solidaridad, pero éste siempre sale a flote en situaciones difíciles y terminamos por mandar al diablo a los que intentan tergiversar nuestros valores.
Hoy necesitamos estar unidos, y no caer en la trampa de los aduladores que tarde o temprano terminarán por traicionarnos; la adulación es el preludio de una desgracia, sobre todo cuando sale de la boca de un lobo que se ha vestido de cordero; y precisamente así es como tomo la expresión Trump al referirse a Andrés Manuel como “una persona estupenda”; tal vez lo sea, tal vez no, eso no está a discusión, lo que me causa una sensación de desconfianza es el negro objetivo que se persiga tras esa frase, sobre todo viniendo de aquel que está acostumbrado a variar sus conceptos según convengan a sus intereses.
Los mexicanos sabemos dar la cara por nuestros hermanos, y lo hacemos sin resentimientos inyectados, mirando de frente, no agazapados en proyectos que pretenden la desarticulación de familias de migrantes; la falta de solidaridad aparece con el desprecio o desinterés hacia otros pueblos o regiones, y no olvidemos que no somos los mexicanos los que queremos construir bardas en la frontera.
La solidaridad es sinónimo de unión, es la señala inequívoca a que todos los hombres, de cualquier condición, nos demos cuenta de que no estamos solos y de que no podemos vivir solos, porque el hombre, social por naturaleza, no podemos prescindir de nuestros iguales; no podemos alejarnos, no debemos desintegrarnos no obstante que haya quien siga intentando dividirnos a los mexicanos.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.