IGUALDAD SUSTANTIVA, EMPODERAMIENTO EFECTIVO
Desde la neuropsicología, el doctor Vicente Santana en la red “Familia sana”, con aportes de Blair, explica la producción de la violencia a nivel cerebral.
En su aportación, establece que el cerebro emocional está compuesto por diferentes estructuras como es el hipocampo con la fundación de memorias; el hipotálamo que hace la regularización del hambre, sueño, vigilia y la respuesta sexual; la amígdala con la agresión, huida, y afinidad para frisarse; y la corteza orbitofrontal con las neuronas.
Explica que las personas que se encuentran inmersas en contextos de violencia, suelen presentar alteraciones cerebrales en la sobre activación de la amígdala como centro de la memoria para la respuesta de agredir, huir o frisarse con el centro de la memoria del hipocampo y con las funciones que albergan a los instintos más primitivos de la humanidad.
Gracias al uso del resonador magnético funcional y otros instrumentos, la neurociencia ha podido explicar muchas teorías, como la violencia.
Las personas con comportamiento antisocial, o tendencia psicópata, se caracterizan por presentar problemas en el procesamiento emocional definiéndose con una reducción de culpa, insensibilidad y carencia de emociones, llamado afecto plano, mostrándose inmunes a las emociones, frías, distantes, calculadoras, sin importarles el dolor ajeno, no sienten lo que otra persona sufre, sin empatía, son personas vacías.
Características consecuentes por la reducción de la amígdala y corteza orbitofrontal relacionada a la conducta y comportamiento de adaptación a los contextos inmediatos, y también a químicos importantes como la serotonina y dopamina para la respuesta emocional, por una alteración o inhibición de la síntesis de la serotonina con disfunciones internas, donde un número de agentes sociales estresantes como el maltrato y abuso sexual suelen disminuir los umbrales biológicos de la violencia.
La violencia puede ser adquirida o condicionada, pero también se tienen estructuras a nivel cerebral no sólo para poder desarrollar esta conducta violenta para defendernos en la supervivencia, sino también para hacer daño a las personas cuando estos sistemas se alteran, específicamente en las personas con personalidad antisocial.
Es cuando la sobreactivación de la amígdala conlleva a que personas inmersas en estado de violencia, presenten un riesgo mayor de inadaptabilidad social que suele generar un estado de agresión proactiva, cuya característica se enmarca en el comportamiento antisocial precedido por una alteración en la amígdala y el hipotálamo, generando una reducción en la actividad reguladora frontal que conlleva a que estas personas no presenten un adecuado procesamiento de la información, por lo que su toma de decisiones dependa de estímulos amenazantes.
Es decir, en un estado de ira y arrebato emocional la capacidad de pensar se nubla, debido a que la corteza frontal del cerebro en la toma de decisión se ve afectada cuando la información y estímulo antes de llegar a la zona para producir una respuesta adecuada, ésta se anula, y entonces la amígdala que tiene que ver con agredir, frisarse o huir, es la que se activa como un secuestro amigdalino, dándose un estallido de violencia que al final es como explica la violencia intrafamiliar, la de género y los feminicidios.