La Primera Dama desnuda

HOMO POLITICUS

En sociedades vacías y superfluas el capital simbólico es un elemento de inserción o discriminación social; parecer y aparentar es una condición necesaria para obtener desde un trabajo hasta aceptación social.
 
¿Cuántos de los políticos y representantes populares cuentan con los conocimientos necesarios e idóneos para ostentar el cargo?, ¿sí pudiera existir una auditoría ciudadana sobre los conocimientos de cada diputado y senador, cual creen que sería el resultado? Y, sí de honestidad se trata, ¿Cuántos políticos y representantes populares podrían someterse al escrutinio ciudadano y salir bien librados?

De acuerdo al Presidente Peña Nieto, un servidor público no sólo debe ser honesto sino también parecerlo. Pero en la realidad y ante el capital simbólico que la clase política ha creado hacia la ciudadanía, los políticos no son honestos ni lo parecen, cuestión de la cual hasta los políticos hablan.
 
Hoy que pocos creemos y aceptamos la Ley 3 de 3, que de ser una iniciativa ciudadana se convirtió en un quiste político; hoy que la administración del erario público es poco menos que la caja chica del pueblo y la caja grande de la clase política, ¿Qué credibilidad tiene la ciudadanía de que el rumbo del país será distinto al que ha primado y que los políticos prometen?
 
Pero, si el capital simbólico es un espejismo la realidad es cruenta y unida al capital simbólico se convierte en una fantasía que acuchilla al pueblo y a cualquiera que desea que la realidad este primada por la honestidad y la consecuencia del acto.
 
Usted se acordará de Doña Letizia Ortiz la esposa de Felipe Rey de España, pues ella apareció desnudita en una portada de un disco del conocido grupo mexicano Maná, se le veía hasta las amígdalas y en los hechos me pareció flaquita; años después Letizia Ortiz se convirtió en el cuento de hadas de los españoles al erigirse en consorte de Felipin.
La casa real española desmintió el desnudo de Letizia, pero la neta de la neta es que muchos le vimos el culito y, lo que subyace en el capital simbólico es, ¿Cómo esta niña Leticia puede ser la consorte  y “reina” de España cuando su imagen no debe estar enunciada como lo hizo en ese disquito de Maná?
 
Hoy Melania de Trump, la esposa del NaziTrump, resulta que posó desnuda en unas fotitos que son de dominio público, esto puede ser arte, arte erótico e incluso desparpajo, no es trascendente, siempre y cuando Melania, de llegar a ser Primera Dama, se comporte a la altura del cargo.
 
Lo que la ciudadanía espera es honestidad de los servidores públicos y de la clase política, ya no queremos ser el festín de los buitres de la caja grande mientras el pueblo y nuestros niños se mueren de hambre, mientras muchos políticos engordan en el puesto y simbólicamente parecen hacernos un favor con gobernar y todavía el pueblo tiene que estar agradecido. ¡Sea por dios! O mejor ¡no lo sea!

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