“No hay hombres malos, sólo ignorantes”
Sócrates
“Los hombres son malos por naturaleza”
Maquiavelo
• “Nadie hace el mal voluntariamente”. “Los hombres no hacen daño por maldad, sino porque ignoran cómo hacer el bien”. “El hombre es bueno por mandato natural”
Todas las anteriores sentencias se atribuyen (jamás dejó algo escrito) a un hombre bueno que nunca tuvo la responsabilidad de gobernar a su pueblo. Fue sofista en sus orígenes filosóficos y desaliñado vagabundo después. Cuentan sus biógrafos que, incapaz de soportar el carácter iracundo de su esposa Jantipa, salía a pasear por los mercados con dos propósitos: el primero, darse cuenta de la gran cantidad de cosas que no necesitaba y el segundo, propiciar discusiones con destacados personajes (poderosos, de preferencia) para, por medio de preguntas y respuestas, exhibir la ignorancia de sus interlocutores y ridiculizarlos con ironía, por soberbios y petulantes. Él, con humildad admitía: “Yo solo sé que no se nada”.
Platón, su discípulo, nos permite conocer al maestro, porque él sí fue prolífico escritor. En sus “Diálogos”, plasmó la sabiduría de aquél, que murió envenenado por cumplir el mandato injusto de un tribunal que lo condenó a beber la Cicuta, (un poderoso veneno de su tiempo), acusado de pervertir a la juventud, sólo por hablar con la verdad. Un ejemplo de impecable lógica jurídica, trascendió y trasciende las generaciones, gracias al hermoso Diálogo “La Apología de Sócrates”
Aunque tiene ciertas diferencias con ellos, Aristóteles coincide con sus maestros Sócrates y Platón; coincide en que el gobierno de los pueblos debía estar en manos de los mejores (hombres de oro): los filósofos. A los Guardianes (hombres de plata), correspondería la defensa de la ciudad y las clases bajas (hombres de cobre): esclavos, ilotas, periecos, serian responsables del trabajo manual; repugnante ante los ojos de la aristocracia.
Maquiavelo es el reverso de la medalla del optimismo socrático, por lo menos formalmente. Aunque este singular personaje (Padre de la Ciencia Política) nació en la Florencia renacentista, el maquiavelismo, nació antes que quien se considera su creador. Al contrario de la corriente socrática, el pensamiento del Florentino afirma que la conducta del ser humano es sinónimo de perfidia, perversidad, hipocresía y toda clase de ruindades. Considera que “El fin justifica los medios” y aconseja de modo imperativo: ¡miente! ¡engaña! ¡intriga!, ¡mata! Si es necesario. Todo se vale, menos fallar. “El hombre nace malo por naturaleza”. “Más vale ser temido que ser amado”.
Todo gobernante (Príncipe) puede llegar al poder por dos vías: las armas o el voto popular.
Pero además de conquistarlo, debe conservarlo y para ello existen también dos vías: la eficacia de la política o la fuerza de las armas.
En el México de nuestros días, el próximo Presidente conquistó el poder, después de muchos años de lucha, en una eficacia democrática sin precedentes. En este escenario, surgen las siguientes preguntas: ¿Será capaz de conservar su capital político durante los seis años que actualmente le asigna la Constitución? ¿Se agotará la confianza del pueblo, en muy corto plazo, ante la imposibilidad de resolver problemas, que aparentemente no tienen solución? ¿Con la inmensa legitimidad de que goza, podrá reformar la Constitución o hacer otra, y construir instituciones políticas a su medida, para convertirse en dictador perenne?
No lo sabemos. En este momento, lo único que los mexicanos deseamos, es que le vaya bien, para que le vaya bien a México.
La historia de las ideas, atribuye a Sócrates, la frase: “Conócete a ti mismo”. Imperativo que parece sencillo, pero que es, en realidad, poco menos que imposible. Conocerse a sí mismo implica advertir las propias fortalezas y debilidades, tener capacidad para valorar cualidades y defectos en colaboradores, amigos, enemigos, familiares, etcétera; humildad para escuchar a quienes piensan diferente, sean afines o adversarios. Saber, en su momento, cuándo rectificar una decisión con humildad republicana y cuándo actuar con juarista intransigencia. La historia, un día, someterá a todos los gobernantes al implacable rigor de su sentencia.
“Conócete a ti mismo”, era en realidad, una inscripción en la entrada del Oráculo de Delfos, misma en cuyo dintel interno se leía el complemento del texto: “Y encontrarás a Dios”.
Obviamente, ese Dios, era diferente al nuestro, aunque no creo que haya sido menos sabio. Algo así, se necesitará para gobernar este país.