Home Nuestra Palabra Miguel Rosales La política, ¿negocio o devoción?

La política, ¿negocio o devoción?

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Los ciudadanos vemos que candidatos van, candidatos vienen y nada de lo que ofrecen se mueve en el sentido que nos fue planteado

¿Por qué de repente surgen tantas personas que quieren tener un cargo de elección popular?; ¿Acaso serán unos auténticos redentores que desean salvar al país y a todos los mexicanos?; pero estas dos preguntas me llevan a una tercera: ¿En dónde estaban escondidos en épocas no electorales?

Los ciudadanos vemos que candidatos van, candidatos vienen y nada de lo que ofrecen se mueve en el sentido que nos fue planteado, a veces, el resultado es diametralmente opuesto, pues lejos de cumplir con los compromisos que nos vendieron en las campañas, pareciese que el cargo público los cambió al bando que atacaban en sus discursos electorales; recordemos que alguien prometió quitar los parquímetros, no recuerdo quién, pero seguramente el elector si lo recordará en su momento; esa es la magia de la política, pues provoca que algunas cosas las recordemos mientras que otros las pretenden olvidar.

Recordemos que hay gente que nos prometió luchar en el cargo político que le fue conferido con nuestro voto, y que muchos de ellos, aún sin terminarlo y sin haber hecho cosas relevantes durante su escasa estadía, ya renunciaron para buscar otro de mayor envergadura. Esos ya no recuerdan sus compromisos, pero al ciudadano no se le debe olvidar.

Su periodo de hibernación solo sirvió para analizar la mejor estrategia de ganar una candidatura; y cuando ya la ganaron, se la pasan analizando cómo seguir viviendo del presupuesto sin hacer nada, incluso sin cumplir lo prometido en sus campañas. Lo que me lleva a una cuarta pregunta: ¿La política es un negocio o una devoción?, los políticos dirán que es una devoción; el ciudadano se ha dado cuenta que la han convertido en un negocio; acuérdense de ese viejo adagio de que “un político pobre es un pobre político”, porque, aunque el ciudadano lo olvide, los políticos lo recuerdan a cada segundo.

La navidad debería ser una época de recogimiento, pero eso es precisamente lo que nos han hecho los políticos con tantas decisiones contrarias a los intereses de la ciudadanía, decisiones disfrazadas de buenas intenciones, y después de ver sus efectos desastrosos, simplemente esconden la mano que arrojó la piedra, algunos lo niegan y otros más se vuelven a esconder en su madriguera mientras pasa el temporal y nuevamente asoman la cabeza hasta el siguiente proceso electoral.

Hay quienes utilizan a la política como un escudo a sus fechorías, sobre todo en aquellos lugares en donde el “fuero” aún existe, o bien tratan de eliminarlo, pero es tanta la lentitud con la que lo hacen, que siento que se quedó en “buenas intenciones”.

En fin, la política también tiene su magia, las cosas malas las convierte momentáneamente en buenas, las pesadillas nos las pinta de sueños, y en navidad, cambiamos a los burros por unos renos.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.