Home Nuestra Palabra Javier Peralta La patria es conocer, aunque nos duela, la realidad del país

La patria es conocer, aunque nos duela, la realidad del país

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La patria es conocer, aunque nos duela, la realidad del país

RETRATOS HABLADOS

“Si comprender es imposible, conocer es necesario”, escribió Primo Levi en su obra “Si esto es un hombre”, primera de la Trilogía de Auschwitz, dedicada a contar lo sucedido en los campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial. Comprender es imposible, pero es necesario conocer, conocer a fondo para no olvidar.

México debe empezar a cuidar con esmero los recuerdos de la tragedia que hoy padecemos, donde la destrucción del hombre en una guerra sin cuartel ya cuenta con lugares como Auschwitz, y esperemos nunca el dócil del que ya nadie debe temer, “ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue”.

Todavía no, pero puede suceder. Porque el clima de terror empieza a ocupar un lugar específico y real en la vida de los habitantes del país, cuando saben con certeza que hay una guerra intestina sin cuartel, un territorio casi dominado por los que han logrado imponer el miedo con la seguridad de que nadie se rebelará contra ellos, nadie los desafiará, nadie les dirigirá una mirada para juzgarlos.

Pero conocer es vital, no festinar las masacres que se suceden una a otra, no hacerla arma para invadir con el dolor humano el terreno político en busca de ganancias si éste reciente como fracaso los funestos sucesos.

Conocer en el sentido primigenio del hecho, porque el fondo fundamental es que lo antes observado desde el extranjero como campos de exterminio, y que achacábamos al observador sin conocimiento, de pronto empieza a ser un asunto cotidiano cuando la esquina de la colonia, la tienda, la farmacia, el restaurante, pueden transformarse en esa cruda y terrible alternativa de la realidad.

Lo mismo resulta en la crueldad del fantasma que apenas si tiene rostro en sus emisarios que se ven en los videos, que resultan una sombra de eso que llamamos delincuencia organizada, de los que celebran la muerte de alguien, quien sea, porque eso quita puntos a su adversario político.

Mientras el campo de batalla se tapiza de cadáveres, hay los que están seguros ganan puntos y ventaja en una competencia que solo dejará difuntos para gobernarlos.

Hay que conocer sí, conocer en términos concretos que el paisaje borra cada día con más insistencia nuestra capacidad de asombro, de empatía con el que perdió a un pariente, porque a la abundancia de cuerpos cercenados, mujeres asesinadas y olvidadas, solo puede seguir el enfermo regocijo porque no fuimos uno de los que hoy son olvido.

Conocer para guardar en la memoria que el mal se ha impuesto porque los supuestos buenos con patente de mayoría, se quedaron callados, espantados, incapaces, como escribió Primo Levi: “Destruir al hombre es difícil, casi tanto como crearlo: no ha sido fácil, no ha sido breve, pero lo habéis conseguido, alemanes. Henos aquí dóciles bajo vuestras miradas: de nuestra parte nada tenéis que temer: ni actos de rebeldía, ni palabras de desafío, ni siquiera una mirada que juzgue”.

No permitamos que eso suceda: que se destruya al hombre, que todos bajemos la vista cuando una masacre suceda ante nuestras narices, porque el miedo es la semilla real, maléfica que al dejarse crecer acabará con los últimos vestigios de humanidad. Permitir que la bestialidad logre ocupar para siempre una tierra de magia y esplendorosa solidaridad como la nuestra, es condenar una vez más la esperanza.

En tanto, felices fiestas patrias, porque la patria es “impecable y diamantina”, decía López Verlarde; o “diez lugares suyos, cierta gente”, por los que daría la vida, diría José Emilio Pacheco.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

Mi correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta