La noria del poder

LAGUNA DE VOCES

No es lo que me trae cansado este camino de ahora.
No cansa
una vuelta sola.
Cansa estar todo un día
hora tras hora,
y día tras día, un año
y año tras año, una vida
dando vueltas a la noria.

León Felipe
La historia de la humanidad es un continuo dar vueltas sobre un mismo eje que es el poder. Nadie ha podido ser inmune a este elemento, y lo mismo sabios que ignorantes han sucumbido a sus encantos. En su nombre se han desatado peleas tan grandes como el mundo entero, y los argumentos del bien común inventados una y otra vez para dejar en claro que no es el poder por el poder lo que se busca, sino el bien sin mirar a quien.
    Y en este dar vueltas a la noria, la acémila que trota hora tras hora alrededor de  misma, puede cambiar de rostros cada vez que se le pega la gana y presentarse con el perfil de un santo, un demonio, un iluminado, un alguien que aparentemente no tiene interés alguno en los asuntos terrenales. Pero el hecho es que desde que el ser humano tiene uso de razón, o todo lo contrario, ha fincado su existencia en tener el poder en sus manos.
    Nada cambia, y si algo cambia es para que todo quede igual que antes, que en ese elemento es en el que radica precisamente la sabiduría de un sistema que subyuga, enamora al ser humano, hasta dejarlo sin capacidad para decidir, como no sea repetir hasta la saciedad el mismo camino, en que un día se inclina por el que le promete todo, otro por el que le habla de realidades dolorosas pero necesarias, y finalmente regresa al principio de las cosas.
    En toda esta historia, por supuesto, los personajes que la nutren son los mismos, a veces incluso en nombres y apellidos, porque resulta ser que nos encanta construir monarquías en que el abuelo hereda al hijo, el hijo al nieto del original y así hasta que llegue el fin de los tiempos.
    Sin darnos cuenta dimos origen a estirpes eternas en el poder donde nadie está exento de reclamar derechos de sangre, de costumbre, tradición, o como cada cual le quiera llamar.
    Por eso, pasado el día en que la noria da vueltas de nueva cuenta para quedar en el mismo lugar, con las acémilas que tampoco cambian, a nadie debe sorprender lo que se observa, y la realidad de las cosas es que todo, absolutamente todo camina por una misma vereda en la que no hay remedio para dolor alguno, porque todo está previsto.
    El poder embrutece, enloquece, y por lo mismo está apartado para uso exclusivo de unos cuantos, los que son capaces de morir, resucitar y volver a morir con tal de poseerlo y ser poseídos por el mismo.
    No hay remedio porque así es la vida, porque así debe ser.
    En tanto nos ha tocado en vida a los que caminamos arriba de los 55 años, nunca ver el cambio de estafeta, en que el poder es entregado a un nuevo personaje que durará cuerdo un tiempo diminuto para convertirse en el mismo al que derrocó.
    La noria nunca parará de nutrir las obsesiones del que pierde la razón en uso del poder, y de la masa que gusta de adorar a los que no son como ella.
Mil gracias, hasta mañana.
jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico
@JavierEPeralta

CITA:
Nada cambia, y si algo cambia es para que todo quede igual que antes, que en ese elemento es en el que radica precisamente la sabiduría de un sistema que subyuga, enamora al ser humano, hasta dejarlo sin capacidad para decidir, como no sea repetir hasta la saciedad el mismo camino, en que un día se inclina por el que le promete todo, otro por el que le habla de realidades dolorosas pero necesarias, y finalmente regresa al principio de las cosas.

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