La negación de una infamia

HOMO POLITICUS

Existe un claro ascenso de los movimientos y gobiernos de ultraderecha que se encuentran tratando de negar el Holocausto judío.
 
Esta situación no es nueva, en diferentes momentos se ha tratado de negar o desvirtuar los crímenes de lesa humanidad que se cometieron, particularmente, con el pueblo judío en la Segunda Guerra Mundial. Esta cuestión se ha manejado así bajo el juego de intereses políticos como por el ascenso del antisemitismo e inclusive, como desencuentro racial y religioso; en todos los casos un absurdo, pero un absurdo doloroso.
 
Marine Le Pen la candidata a la Presidencia de Francia, ha negado la participación de Francia en las redadas a judíos que fueron enviados a campos de concentración e incluso asesinados en tierra francesa en la Segunda Guerra Mundial, cuestión que se suma no a un ánimo de ignorancia sino de una perversión en la interpretación histórica.
 
Las declaraciones de Le Pen no pueden asombrar, porque ella es tan infame como lo sucedido al pueblo judío y, por más que se le trate de desvirtuar, ello tiene el peso de una cruenta historia de un genocidio documentado desde sus estelar particulares hasta las colaterales, en las cuales muchos gobiernos en esos momentos se prestaron a las pretensiones nazis y cooperaron para que esta infamia se llevara a cabo.
 
No resulta increíble este recrudecimiento del racismo, la xenofobia e inclusive la persecución religiosa que viven innumerables pueblos en nuestros días; empero es cierto y ello se debe a que el mundo se ha depreciado a nivel cultural y la intelectualidad no se pronuncia con la contundencia para advertir el peligro de este ascenso de la xenofobia, el racismo y la intolerancia religiosa, condición que ha sido obviada, inclusive, por Naciones Unidas.
 
Hoy la persecución de los migrantes mexicanos en Estados Unidos no se dimensiona en esta estela del terror de Estado, como ella, pasan inadvertidas las señales de una persecución a nivel internacional de todos aquellos pueblos y minorías que parecen sucumbir ante los apetitos de gobiernos y movimientos de ultraderecha que están, peligrosamente, generando una estela de dolor y muerte.

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