LA MUERTE LLEGÓ AL PENAL

La cárcel de Tula se vistió de negro. Dos tipos de cuidado se aventaron una madriza a navajazos, ya se traían entre ojos, uno de ellos estaba procesado por homicidio y su rival por asalto agravado y robo, los dos estaban empatados con dos ingresos cada uno.

Los dos peleoneros, uno de ellos del Distrito Federal, donde ahora es la Ciudad de México, y el otro de Tula de Allende, Hidalgo, no se querían ni ver y cada que se encontraban se decían de maldiciones, los dos estaban sentados en un barril de pólvora y solo faltaba una chispa para que explotaran.

No faltó mucho tiempo, el día miércoles 18 de este mes se encontraron frente a frente en el área de los procesados. Uno se llamaba Daniel, y el otro Adolfo, de 48 y 47 años. Se sabe por fuentes de inteligencia que cuando se encontraron comenzaron los madrazos, una de las víctimas cayó dentro de un tinaco de agua, con una herida en el cuello de un cuchillo.

Su rival, que aún estaba con vida pero con el pico colgando, fue trasladado al Hospital General de Tula, pero no aguantó vara y se dobló cuando recibía los primeros auxilios, todo esto fue un desmadre de chismes porque nadie sabía qué es lo que había pasado, hasta que a la de mil los custodios se enteraron de lo que había pasado dentro del penal de Tula de Allende, se corrió la noticia como reguero de pólvora, que dos internos de nombre Adolfo y Daniel, se aventaron un cayo con cuchillo en mano.

La encargada del funcionamiento de las cárceles al saberlo hasta se le cayeron los calzones, y rápido sacó sus expedientes para estar bien enterado del caso, uno de los internos contaba con dos delitos del 2010 y 2012, mientras que el otro de nombre Daniel se echó al plato a un mono el 9 de mayo del 2015 y estaba sentenciado a 20 años.

Pero no se sabe hasta el momento por qué se dieron en la madre los dos con un cuchillo, ya los investigadores andan buscando datos para enterarse el por qué no se querían como hermanos. El Ministerio Público, cumpliendo con su deber, anotó en su carpeta de investigación que los dos reos al matarse quedaron en libertad, para entregarlos a sus familiares y los entierren porque dentro del penal no hay panteón.

 

QUIERE MATAR A SU VIEJA

Rosario, ama de casa, que nació con mala estrella, era muy sufrida, ya tenía callo de que recibía 3 madrizas al día, por su borrachento viejo que ya no la quiere y anda de sancho, y por ahí cuentan las malas lenguas que  tiene casa chica.  

La señora con los ojos de cotorra y toda hinchada de la cara como teporocha por los madrazos que le acomodaron, se dirigió a demandar a su viejo, que lo metieron al bote por pegalón. Quedó asentado en la demanda que desde ese mismo minuto, Juan quedaba expulsado de esa casa y tenía que ponerse a mano con una pensión para que comieran sus hijos.

Pero el día de ayer por la mañana, Juanito salió de la cárcel y lo primero que hizo fue a visitar a su vieja por rajona. La señora al verlo se espantó, tiró la olla de los frijoles,  gritó muy fuerte  que el niño se cayó de la cama, con el puño cerrado la correteo y le alcanzó a dar uno en el lomo que sonó como tambora.

La señora se encerró en el baño y al ver que su viejo quería abrir a patadas, se quiso brincar por la ventana, se montó en el muro de la ventana, el vestido le estorbaba, se iba a deslizar y se le atoró una de las correas de su zapatilla en el pasador, quedando colgada de una pata, el vestido le cubría la cara. Ahí fue donde su viejo se aprovechó, sonándole con un palo como a la piñata, la señora Rosario gritó fuerte pidiendo auxilio. Sus vecinos se asomaron y al verla colgada y que la estaban sonando llamaron a la Policía Municipal, al ver a los cuicos, Juan y otros cuates que llevaba se echaron a correr, mientras los policías la desatoraron cayendo de cabeza, que se hizo un chipote del tamaño de un limón.

Brincando como chapulín se la llevaron al Ministerio Público,  donde dijo que su viejo la quiere matar, que se lo dijo, que le iba a apretar el gañote, llevaba a otros cuates para desaparecerla; pide que lo vuelvan a encerrar porque conociéndolo sí es capaz de darle chicharrón, y culpa a las autoridades por dejarlo salir.

 

SE FUE A PONER BELLA Y SE ESCAPÓ

La señora Vanesa, dueña de un salón de belleza, en la colonia Plutarco Elías Calles, dijo al Ministerio Público que llegó una persona como de 30 años de edad, era una vieja greñuda, nalgona con las patas flacas, para que la dejaran bella como una estrella, pues iba a ir a un evento partidista y quería dejar a los presentes con el hocico abierto.

Comenzaron a arreglarle sus pelos, le hicieron un corte moderno, se los enchinaron con rayitos, le arreglaron las pestañas, le quitaron las chinguiñas, le sacaron la cerilla de las orejas, le adelgazaron las cejas, le arreglaron las unas de las manos y de las patas, le maquillaron la cara, y a cada momento les decía que la estaban dejando más bella.

Entre pláticas le dijo a la peinadora,que se llamaba Lucero y que quería pegar su chicle con un diputado, que cada que la ve la barre de arriba abajo; así se pasaron 7 largas horas arreglándola. Cuando terminaron les dijo que la aguantaran un round porque de tanto estar sentada se le habían dormido las nalgas, mientras se iba a tomar un refresco y caminar un poco, ella esperaba que pasaran por ella de un momento a otro.

La señora Vanesa había sudado la gota gorda y le dijo que le iba a cobrar por el trabajo mil 180 pesos, Lucero le contestó que no había Pez, que les iba a dejar una buena propina, salió del salón caminando graciosamente como yegua fina y se metió a un changarrito, en un descuido patas para que las quiero, se le perdió de vista a la dueña del salón, no le vio ni el polvo.

Como ya se había  tardado fue a buscarla para que le pagara, y ya había volado la paloma.

Vanesa se regresó echando chispas al no encontrarla en la tienda, la vieja se le fue sin pagar, barriendo los pelos que le había cortado y echando una que otra madre movía la cabeza, y en voz baja se la mentaba, que eso le pasa por confiada, que para la otra va a cobrar por adelantado para no trabajar gratis.

 

SE LO VACILARON

Sergio, de 27 años de edad, vecino de Tecomatlán, Hidalgo, pasaba por la Presidencia Municipal como a las 3 de la tarde, para tomar su camión que lo llevara a la Central Camionera. Se quedó de baboso a ver a un señor que sudaba al bajar unas cajas de zapatos de una camioneta, le preguntó que si se quería ganar una lana que le ayudara.

Sergio le dijo que sí, dejando su petaca a un lado, comenzó a bajar las cajas, de momento el señor de la camioneta sacó su celular y habló en voz alta “¿Cómo estás vieja? ¡Bien! Quiero que me mandes 25 mil pesos pero a la voz de ya. ¿Cómo que no tienes con quien? ¡Chin! ¿Ahora cómo le hacemos? Me está ayudando un señor, ¡Déjame decirle a ver si quiere ir!” Cerró su celular.

Como Sergio tiene cara de nahual le dijo que si sabía dónde estaba la cantina de los 3 Reyes, Sergio le contestó que sí. Le dijo que le iba a dar 500 pesos pero que fuera por el dinero a la calle de Morelos 1250, que allá en la puerta lo iba a estar esperando una vieja grandota y le iba a dar 25 mil pesos.

Sergio le dijo que sí, entonces el señor le comentó que para que no se fuera a ir con el dinero le dejara sus cosas, le dejó su maleta y 2 mil 600 pesos que llevaba; ya habían terminado de descargar la camioneta de zapatos y pasarlos a otra. Trotando se fue a recoger el dinero, llegó a la dirección donde le dijo y no encontró a ninguna vieja, tocó puerta por puerta preguntando quién le iba a dar dinero, algunos le dijeron que le iban a dar en la madre, que se pusiera a trabajar. Regresó y ya no encontró ni la camioneta ni las cajas de zapatos, pidió ayuda al policía de la Presidencia Municipal, que le dijo que fuera a poner su queja al Ministerio Público, Sergio le pidió para el camión pero el policía le enseñó las bolsas vacías y le dijo “mira ya es tarde y no me ha caído nada”.

 

RETÓ A LA POLICÍA

Julio Cesar, de 27 años de edad, por la fuerza acomodándole la llave china, le quitó su celular a Mariano, de la colonia Santa Julia, espantado porque el ladrón llevaba en la mano a un perro grande y bravo, además iba armado con un objeto filoso, se echó a correr sin mirar para atrás.

Fue a poner su demanda, les dijo a los del Ministerio Público que muy cerca del mercado Benito Juárez, un ladrón le quitó su celular, que se quiso agarrar a madrazos con él pero le sacó porque estaba armado. Les dio las señas, era un chaparro, gordo, con cara de maldito y llevaba en la mano un perro grande mugroso, los policías le preguntaron qué raza era el perro, les dijo que era Rottweiler.

De inmediato hechos la madre, salieron en busca del roba celulares y cerca de la medianoche, por las cajas encontraron a un chaparro que llevaba en una mano unas tijeras, y en la otra un perro.

Le pararon el alto, pero les echó al perro para que los mordiera, y los apantalló con las tijeras. Uno de los policías lo agarró por atrás, otro le quitó al perro y con el mismo lazo le amarró el hocico, y los aventaron a la camioneta, se los llevaron. Ya era más de medianoche, ahí cabeceando los esperaba Mariano a quien le devolvieron su celular. Y al ladrón lo metieron al bote.

Como ya era casi la una de la mañana, no encontró coche de sitio y se la aventó a golpe de calcetín, casi al llegar a su casa, lo agarró una patrulla, los policías lo subieron por andar de noche en calles oscuras y además llevaba un celular, les platicó la historia pero ellos no se lo creyeron y se lo llevaron otra vez hasta la Policía Municipal; el Ministerio Público le ofreció disculpas y le dijo que se fuera, pero Mariano mejor se quedó a dormir ahí, no fuera que otros bueyes lo volvieran a llevar.

Related posts