Home Nuestra Palabra La moda de la democracia

La moda de la democracia

0

PIDO LA PALABRA

    •    La interpretación que de la Democracia han hecho los actores políticos, particularmente en México, ha propiciado que esté sufriendo una deformación según los intereses individuales o de grupo que la use


Democracia, palabra elevada a nivel de cosa sagrada y enunciada hoy día como fuente de todos los bienes sociales y garantías fundamentales de los ciudadanos; el tema de la democracia es sin duda alguna la Biblia de todos los políticos que aspiran a trascender en el acontecer de sus buenos oficios, hablar de ella se hace indispensable para aquel que pretende llegar al cenit de su carrera, pues si no lleva a la democracia como bandera corre el riesgo de quedar fuera de la foto.

Sin embargo, ante la democracia enfrentamos un embarazoso problema, la definición que sobre ella tenemos, pues incluso, mucha gente ha hecho de esa palabra su escudo de guerra, pero no sabe exactamente lo que es.

Alguien dijo alguna vez, “si no me lo preguntan se exactamente lo que es, pero si me preguntan ya no estoy tan seguro de saber describirlo”, y eso es precisamente lo que nos ha pasado con la democracia, a diario escuchamos a alguien que habla de ella, que en su nombre y ejercicio toma decisiones, que haciendo uso de los derechos que la democracia le otorga, hace señalamientos y pronuncia discursos, pero, ¿qué es la democracia?.

Para los conocedores de la materia, la Democracia es un gobierno del pueblo, es un sistema de organización, que adopta formas variadas, en el que las personas que la integran tienen la posibilidad de influir abiertamente y de manera legal sobre el proceso de toma de decisiones, es decir, es un sistema político que permite el funcionamiento del Estado.

Sin embargo, la interpretación que de la Democracia han hecho los actores políticos, particularmente en México, ha propiciado que esté sufriendo una deformación según los intereses individuales o de grupo que la use, o incluso, viciada en algunos casos por la ignorancia o por el abuso que de ella se pretenda hacer. Lo que ayer fue mayoriteo, hoy es democracia.

En ejercicio de la democracia llegan los representantes a la curul o al escaño; en nombre de la democracia nuestros representantes toman decisiones que dicen ser para favorecer a las mayorías; en abuso de la democracia algún orate elabora su lista de agresiones y las vierte a diestra y siniestra; luego entonces, ante tantos hijos que pretendemos adjudicarle a la democracia, ésta pierde paulatinamente su esencia de madre rectora del Estado.

Decía Abraham Lincoln “la democracia es un gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”, pero ¿que ha pasado?, ¿esa premisa sigue siendo verdadera?, en teoría ese debe ser el fin y valor fundamental, buscar el bien común de las mayorías, pero sin menoscabo de las minorías.

Por mucho tiempo, la Partidocracia ha provocado que el bien común sea solo el que ha convenido al Partido en el Poder, de tal suerte que la democracia disfrazada sufrió un revés conceptual y la convirtieron en Oligarquía Partidista, lo lamentable es que a la vista del pueblo nos la han vendido bastante deformada.

Otra deformación que paulatina y peligrosamente nos han ido inculcando respecto de la democracia, es pensar que, al amparo de ella, los ciudadanos tenemos la absoluta libertad de injuriar o agredir verbalmente a las personas; eso lo vemos a diario como lenguaje común de los políticos y creemos que esa conducta es democrática, lo peligroso está en que de la palabra se puede pasar a la acción y luego pensar que no hay delito, solo ejercicio democrático.

La democracia no debe ser sinónimo de violencia, tampoco de chantajes o de abusos de mercenarios de la política, la democracia debe ser el medio que permita al ciudadano vivir en comunidad con libertad y no en libertinaje, aunque como decía Nelson Mandela: “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.