RELATOS DE VIDA
Había terminado temprano las labores del día, la ropa recién lavada estaba colgada en los tendederos, los trastes completamente lavados, los juguetes recogidos, los pisos limpios, los niños bañados y ya acostados.
Dio un recorrido por la casa para verificar que las llaves del gas estuvieran cerradas y no hubiera cables conectados, apagó las televisiones, arropó, persignó y besó a sus pequeños, y satisfecha con haber terminado con las tareas se dispuso a descansar.
Pasó un buen rato antes de poder dormir, sus ojos estaban cerrados, pero su mente aún trabajaba pensando en los quehaceres y pendientes del día siguiente, organizando sus tiempos y también el dinero.
Dio un par de vueltas más sobre su cama, se levantó para ir al baño, dar un vistazo más al cuarto de los niños para volverlos a cobijar, se puso una sudadera y unos calcetines, y nuevamente se acostó con la esperanza de ya poder dormir.
Lo estaba consiguiendo, su mente por fin estaba en blanco, pero instantes después sintió algo o alguien a sus espaldas, era una presencia, alguien la observaba, la adrenalina convertida en miedo le impedía voltear, solo jaló las cobijas hasta lograr cubrir su cabeza, creyendo que con esta acción dejaría de pensar en la sensación.
No obstante la impresión de ser observada no desapareció; en eso recordó haber visto en la red social, un supuesto estudio que señalaba que cerca de las tres de la mañana, esta experiencia podría ser vivida por algunas personas y se debía a que en verdad algún ente “del más allá” estaba presente; así que el miedo incrementó.
Finalmente, se armó de valor, respiró profundo y decidió voltear pese a las consecuencias que podrían pasar al verificar que lo que decía la investigación era verdad; y al momento de quitar las cobijas e incorporarse de la cama; la impresión bajó de tonalidad al escuchar “mami tengo frío”, su hija se encontraba parada a un costado de la cama.
Después de respirar solo preguntó – ¿Cuánto tiempo tiene que estás ahí? ¿Por qué no me despertaste?- la pequeña de forma inocente respondió – No quería espantarte- Se levantó y la abrazó, guiándola hacia su cama, hizo que se pusiera un suéter, la acomodó en su cama y le colocó una frazada más.
Nuevamente la persignó, le dio un beso y le sugirió – Si necesitas algo, por favor llámame, porque a la otra que te pares así te daré con el cinturón.