En el juego de la política todo el mundo está loco, menos tú y yo, aunque ya comienzo a tener mis dudas sobre ti; cada uno de esos loquitos asegura tener la razón, sus aseveraciones ligeras las matizan con la finalidad de dar a entender que ellos son los únicos que actúan con decencia y con una elevadísima calidad moral que los hace ser dignos de ser aceptados por las multitudes, y que fuera de ellos, los demás son necios, corruptos, mapaches y hasta políticos aldeanos; lo cierto es que un loco no puede ver a otro loco.
Se acusa al contrincante en turno, como si el acusador tuviese la conciencia limpia que le permita un sueño tranquilo; los burros hablan de orejas; asimismo, los políticos se inculpan de mapaches escondiéndose baja la manga las cartas que les permitan hacer trampa; los ases los convierten en heces; esa es la virtud de los tramposos, de los mezquinos y delirantes del poder.
Por ello pregunto: ¿quién vigila al vigilante? Todos contra todos para ganar el hueso, y al final, todos se inmovilizan, todos se quedan quietecitos, dejando al ciudadano -como siempre- en la tablita y abandonado a su suerte; eso es lo que están haciendo los paranoicos que carentes de auténticas plataformas de lucha política, hacen lo único que saben hacer: bloquear, denostar, agredir, acusar y decir que ellos son las únicas blancas palomitas que merecen ser favorecidos con los votos; así estamos a punto de verlo en el Estado de México.
Con esas conductas atávicas, cavernícolas, lo único que los Partidos Políticos han logrado es que el electorado les haga un vacío en las urnas; hacer que la violencia aleje de las casillas a los potenciales votos a favor de sus contrincantes, saben que la gente desea tranquilidad y no se acercará a las urnas en el momento que vea signos de peligro.
Qué fácil es empujar a la gente, pero qué difícil es guiarla; con la finalidad de ganar espacios y enseñar el músculo, muchos políticos no dudan ni un segundo en arrojar a la gente a la calle para gritar consignas; compran apoyo y venden promesas, luego, ya con el triunfo en el bolsillo, esas promesas se quedarán solamente en eso, solo promesas, alimentadas con esperanzas de un cumplimiento que casi nunca llega; pero los políticos tramposos se encargarán de mantener encendida siempre la llama de la ilusión, para usar a esas masas a su antojo y cuando así convenga a los intereses de los líderes.
Es asqueroso ver que la pobreza se ha convertido en un medio de manipulación y no de solución; indigna el darnos cuenta las maniobras que usan los líderes para obligar a la gente a asistir a sus convocatorias.
Lo cierto es que los políticos están mostrando la peor de sus facetas, están convirtiendo a la política en un vil cochinero; en el Estado vecino escucharemos de todo, la política ya la convirtieron es una locura, solo espero que no la ensucien a grado tal de espantar a los electores y alejarlos de las casillas, porque entonces, además de locos, también serían tontuelos (mi moral, mis principios y hasta mi religión me impide escribir la palabra jarocha que mejor define su acción).
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.