PIDO LA PALABRA
El ciudadano de hoy día ya empezó a despertar, ya no le pueden dar atole con el dedo como en antaño se estilaba
La democracia es una forma de gobierno costosa pero necesaria si es que queremos ser tomados en cuenta en las decisiones de Estado; el problema radica en que una parte de la ciudadanía todavía no es consciente de ello, y la otra, está tan dividida, que las voluntades se diluyen entre la demagogia y las promesas de un cambio honesto, que hasta este momento no hemos visto llegar.
Por esa razón, el candidato que gane, tenga o no Partido Político que lo haya respaldado, estará en el limbo de la legitimidad; los ganadores en la contienda lo serán de pleno derecho, aunque de facto, encontrarán una casa sucia, llena de resentimiento y de fanatismo, con una ciudadanía que, por un lado, esperarán de ellos una demostración con hechos, de todos los pronunciamientos y compromisos de campaña, y por el otro lado, al acecho, con la lupa en la mano esperando de que el ganador en turno cometa el primer error, para gritar el consabido “se los dije”.
Por ello, su labor de primera instancia y cuya inercia deberá ser fundamental en toda su gestión, será la de limpiar la casa, eliminar la pésima y hasta grotesca imagen que los políticos tienen, de todos los niveles, pues no habrá ninguno que pueda fingir demencia y decir que no se ha dado cuenta de que a ese ilustre sector de la sociedad no los bajan de mentirosos, levanta dedos, traicioneros y que, como en el caso de los legisladores, ni siquiera leen lo que aprueban; remar contra corriente será la ardua tarea que les espera a los ganadores para recuperar la credibilidad del ciudadano; deberán curar ese desprestigio crónico que este sexenio les heredará.
El ciudadano de hoy día ya empezó a despertar, ya no le pueden dar atole con el dedo como en antaño se estilaba; el ciudadano no olvida, y su alejamiento de las urnas en los anteriores procesos electorales de ninguna manera deberá ser calificada como apatía o falta de interés o miedo, más bien, deberá leerse como el castigo o desprecio hacia los candidatos y Partidos por la baja calidad de la oferta política; la ciudadanía es la propietaria del voto y poco a poco madurará la conciencia que le permita libremente ejercer la democracia.
Para que el ciudadano vaya regresando nuevamente a las urnas, es necesario que estos vean un verdadero interés en los problemas de las mayorías; que sus Representantes Populares se involucren y comprometan a la solución de todo aquello que aqueja a la sociedad, y no solo tomen al ciudadano como un trampolín para escalar a mejores puestos políticos; la gente ya está cansada de elegir hoy a un representante, y que éste, en un año o menos, ya esté solicitando licencia temporal para contender a otro cargo de mayor jerarquía, ¡ya no más burlas a la confianza ciudadana!.
Los chambistas de la política debemos mandarlos directo y sin escalas a ocupar su lugar en la historia solo como piezas de museo, y entender que la única manera de ganar votos y que la gente les empiece a tener un poco de confianza es poniendo en práctica el concepto olvidado de la HONESTIDAD, da buenos resultados cuando se juega limpio y estoy seguro que no representa ningún sacrificio.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.