La Homosexualidad (Segunda de tres partes)

DE CUERPO ENTERO

Parece un sueño inalcanzable el incluir en un planeta llamado tierra, a todos los seres humanos sin los límites, sin las diferencias, sin las razas; parece que la conducta humana será siempre en la uniformidad como forma de vida.
El mundo vive al límite cuando el odio multiplicado empuja a la humanidad a un final sin retorno, cuando muchos de los hacedores por definición del bien como los obispos, cardenales y muchos miembros del clero, no cejan en azuzar el odio cubriendo esta miserable acción con una “compasiva comprensión”.

Es por eso que resulta refrescante cuando el papa Francisco dice, refiriéndose a los homosexuales: “¿Quién soy yo para juzgar?”. En un libro publicado recientemente por Frédéric Martel: “Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano”, retrata con claridad la abundante doble moral de muchos jerarcas de la iglesia en Roma.

La homosexualidad casi por definición ha sido la preferencia u orientación sexual que “debe” marginarse, porque bien se puede hasta contagiar. Imagine usted -a manera de ejemplo- la posibilidad de que se descubra que un maestro de educación primaria, eficiente, cumplido, sea gay; cierto, la mayoría de padres de familia solicitaría de forma inmediata su remoción, porque sin analizarlo surgirá el miedo de que puede seducir a los menores. Así las cosas, se sataniza, se aniquila una convivencia juiciosa, y si bien es cierto que existen homosexuales abusadores de menores, también los hay en la población heterosexual, etcétera.

ETIOLOGÍA

Como decíamos en el artículo anterior, parece necia la búsqueda de un origen que a veces ni en la misma heterosexualidad se entiende.  Bieber desde 1962 argumenta que la heterosexualidad (la relación entre hombres y mujeres) es la norma biológica de los mamíferos, incluidos la especie humana, por lo que el desarrollo de la homosexualidad sería siempre una consecuencia patológica de miedos a ejercer la función heterosexual, generados a partir de experiencias vitales desfavorables.

Existen posturas también en el sentido de que esta preferencia es la resultante de diversos engranajes que bien pueden arrancar desde la misma concepción; se habla por ejemplo de la acción hormonal iatrogénica (medicamentos dados durante el embarazo sin indicación precisa), y que administrados durante el periodo de gestación de la semana 28 de gestación, a los 28 días de recién nacido (periodo crítico perinatal de sexualización neurofisiológica) pudieran modificar a lo menos a nivel cerebral lo que llaman: FEMINIZACIÓN CEREBRAL.
En animales de experimentación se han aplicado inyecciones de anti andrógenos (hormonas contrarias a las masculinas), encontrando posteriormente en su desarrollo: menor volumen muscular, mayor pasividad, actitud copulatoria diferente, se deja montar por la hembra etcétera.

A nivel humano las observaciones se han centrado en niños con poca androgenización (pocas hormonas masculinas por uso de hormonas durante el embarazo que bloquean éstas), detectando: Suelen ser niños más silenciosos que otros de su misma edad, menos dados al deporte, no hay gusto por actividades físicas intensas, no les gustan los deportes rudos, no son competitivos.

En base a estas investigaciones parecería que existen causas hormonales definitivas para esclarecer el origen de la homosexualidad; sin embargo, como afirma Money, uno de los investigadores más importante en el terreno de la sexología, aun bajo estas circunstancias no se demuestra discordancia en estos niños acerca de su preferencia sexual, es decir podrán tener rasgos femeninos, sin que deban tener la preferencia homosexual.

Se demuestra pues, que puede existir feminización cerebral, que obrará en una expresión diferente pero no se manifestará necesariamente en la intimidad de los sentires del hombre. Sabemos que la orientación homosexual puede ocurrir desde edades tempranas, es factible que al final de la adolescencia el chico reconozca esta preferencia, y que opte ante la sociedad predominante heterosexual, reprimirla ante el sufrimiento que vislumbra; también es factible que decida vivir una heterosexualidad -y sería lo más grave – para llevar una doble vida.

El solo hecho de intentar disecar los caminos ya recorridos de las investigaciones, abre lagunas que deben resolverse para tener más claridad en el tema; existen preguntas sin respuesta, como por ejemplo, ¿por qué los individuos homo y heterosexuales difieren tan profundamente en sus conductas y aún en su fisonomía desde sus edades más tempranas?

EL CÓDIGO GENÉTICO

¿La preferencia homosexual se hereda? En 1936 Hirschfeld reportó el árbol genealógico de una familia de 12 miembros homo o bisexuales (de ambos sexos) entre 21 parientes, éste mismo encontró concordancia para homosexualidad en 6 de 7 pares de gemelos.
Parecería entonces que el camino de la investigación ideal sería el buscar gemelos que siendo idénticos en su material genético, hayan vivido su infancia y adolescencia en medios distintos, y que ya adultos se le pudiera investigar su preferencia sexual, para así cotejar sus genes e intimidades. Seguiremos hablando de este tema…

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