La herida que no sana

La herida que no sana

Por el derecho a existir 

La violencia que se ejerce en el seno de las familias, deja heridas que no sanan, si bien pueden cicatrizar, en algún momento de la vida, el dolor habla por sí mismo. En días pasados compartí con diversas personas, sobre experiencias difíciles que afrontaron en la niñez, el común denominador la violencia, contra sus madres.

Este problema público, que se ha comenzado a mirar con seriedad, derivado de las protestas en las calles y en los tribunales por parte de las mujeres, mismas que han dado vigencia a leyes que procuran “una vida libre de violencia”, como un derecho.

Sin embargo, pese a los esfuerzos, las cifras de violencia contra las mujeres no disminuyen, es más aunado al dolor y las pérdidas que dejó la pandemia, se suman las heridas que se agudizaron por los altos índices de violencia en las familias.

Cabe destacar que se habla de violencias, así en plural, porque no solamente es la violencia física, manifestada en golpes, que, si bien es la más visible, por desgracia no es la única. La violencia psicológica es muy frecuente, esta es complicada de identificar, principalmente en contextos que de por sí son violentos.

Las frases, las palabras, los chistes, todas estas expresiones que se usan para denigrar y para denostar la dignidad humana de las personas, impacta de manera directa en las víctimas, para identificarla vale con pensar que, si te duele, es violencia. Aunque las frases se hacen con tanta sutileza, que incluso se normaliza.

Las violencias, trascienden en el tiempo, en los recuerdos, pero también en las acciones de las personas, niñas y niños que vivieron momentos de agresiones sistemáticas en sus casas, pueden ser potenciales reproductores o, por el contrario, sumarse a poner un alto a la violencia, reaprender formas de dignidad y buen trato a las personas, animales y cosas.

Las heridas que no sanan, deben ser visibles, hablarse, tratarse y procurar romper con los patrones que reproducen, hoy las y los niños, merecen vivir en espacios dignos, libres de toda de discriminación, espacios amorosos, que se construyan desde la ternura, la ternura también es resistencia.