•    Necesito amor


“Necesito amor”. Fue lo primero que dijiste, sentados los dos en una banca, en medio de un parque, en un momento en que las caminatas apresuradas, el ruido de motores y pitos, la gente murmurando incoherencias, las mentadas de madre, todo el caos citadino quedaba en segundo plano, mientras yo, impasible, escuchaba con atención y naturalidad.
    Al principio hablabas del trabajo, de lo que habías desayunado y de los kilómetros que habías recorrido en tu día, de lo que harías en tu jornada laboral y de lo que realizarás una vez que concluyera; de pronto y sin algún aviso, con una voz intranquila, mencionaste aquellas dos palabras, “necesito amor”.
    En ese instante me puse a pensar, ¿qué tipo de persona requiere de conseguir y pedir amor? ¿Es acaso un producto que se consigue en los supermercados o en las tiendas populares? ¿Es algo que se encuentra en la canasta básica? ¿Lo puedes pedir en la comodidad de tu casa, o tienes que ir a lugares especializados? ¿Tendrá fecha de caducidad?
    Y de pronto me acordé de algo: la historia de una mujer con carencias emocionales, que busca en otros lados lo que no encuentra dentro de sí misma, que se entretiene engañando a jóvenes almas para sacar provecho, que suele juntarse con personas con atardeceres en sus ojos y en su piel para obtener un poco de atención, pero que de todas formas no llega a satisfacerse, dejando un vacío en su corazón.
    Impasible, sereno, naturalmente, inexpresivo… yo solo seguía escuchándote pidiendo un poco de amor, pero no de mi parte, sino que asegurabas que lo encontrarías en otras personas, que te divertirías un poco mientras tratabas de llenar ese hueco, pero que a la vez seguirías sosteniendo esa aventura clandestina, de la que muchas veces me hablaste.
    Y mi mente, abrumada por tus confesiones, inquieta por mis propias carencias, sólo alcancé a decirte, en total silencio: “a veces no sabes identificar las mejores cosas para ti aunque las tengas en frente de los ojos”.