LA GENTE CUENTA

 

Ciudad con olor a muerte

Despiertas. Inicia un nuevo día en la ciudad, pero parece ser que hoy no será como los demás, al sol le cuesta trabajo salir, no hay el movimiento caótico diario. En su lugar hay una capa densa de humo, una capa que apenas permite ver más allá de los dos o tres metros, y si tratas de respirarlo, una picazón invadirá las fosas nasales.

Es inútil que te alistes para salir, el humo arruinará tus planes una vez que pises el exterior, así que más vale salir a tiempo, o la picazón seguirá haciendo estragos, ahora en tus pulmones. La capa que cubre la atmósfera da una sensación de ahogo, como si de pronto el aire faltara, sin una posibilidad tangible de sobrevivir.

Ahora te das cuenta que esta capa de humo trae consigo un olor, no es el típico olor que pulula en el aire cuando pasas por los puestos de comida, o cuando ves a la vecina sirviendo tortas de tamal a los transeúntes. Ni siquiera es el olor a combustible quemado de los autos. Esta vez, es un aroma putrefacto, un olor de un reclamo de que la Tierra tiene los días contados. El mismísimo olor a muerte.

Conforme caminas por las aceras, también de color humo, el olor cada vez más llega a ser insoportable para tu olfato. Intentas caminar de prisa para no soportar más este aquelarre, pero tus pulmones exigen más oxígeno para andar, y no hay más oxígeno. La cabeza comienza a darte vueltas, provocando que te desorientes.

Encuentras con una pequeña luz al final de túnel: el transporte público que, a pesar de tener las ventanas cerradas, al menos ya no tienes esa señalación aciaga en tu cabeza. Aire, hay muy poco, la gente está consumiendo la poca que hay disponible, te encuentras en peligro latente.

Pero sabes que nada es para siempre, miras tu reloj y detectas que estás llegando tarde, así que bajas de aquel destartalado camión para seguir corriendo, mientras que el olor a muerte te sigue carcomiendo la respiración, y una tos involuntaria comienza a atacar tu garganta, tus alveolos, tus bronquios.

Y al final, llegas agitado. Tu cita te mira con ojos de desesperación y el olor a muerte se ha impregnado en tu ropa.

Related posts