LA GENTE CUENTA

Los tres amigos

Eran tres amigos, tres futuros prospectos a ser los más grandes cineastas del país y que aspiraban trabajar junto con los grandes en Hollywood. Hugo, el más alegre de los tres, tenía un talento inigualable en la edición; Mateo, el tranquilo, el de las ideas geniales, amante del futbol; y Raúl, el mayor, el de la experiencia y un baterista consumado. Entre ellos se hacían llamar Los Tres Amigos.

Cada vez que tenían en mente un proyecto, Mateo se dedicaba de lleno a escribir los guiones, parecía el mismísimo Tarantino, Raúl tenía un manejo impecable de la cámara, sabía hacer tomas perfectas, mientras que Hugo, armado de una computadora con estampas de sus bandas favoritas, armaba con rapidez las escenas.

Una vez, los Tres terminaban de grabar una escena en un cerro cercano a sus hogares. El ejercicio resultó desgastante, pero divertida. Se recostaron en un árbol para guarecerse de los infernales rayos del sol. Hugo les preguntó:

-¿Saben, amigos? Tengo en mente un cortometraje genial. Vamos a crear un personaje que se encargue de eliminar a todos los narcos y a los corruptos. Algo así como un Capitán América, pero mexicano.

-Vas a empezar con sus visiones utópicas… -rebatió Raúl-. Para empezar nos va a costar mucho. No solo esfuerzo.

-No, en realidad es muy buena la idea –secundo Mateo-. Imagínense, toda la situación que está pasando en el país, hay veces que la gente necesita alguien que las salve. Ya ven que hace falta un poco de mala suerte para que te asesinen.

-Eso sí –pensó dubitativo Raúl-, pero insisto, yo creo que va a costar mucho dinero. La verdad no tenemos mucho para algo así.

-Mira –Hugo comenzó a venderles la idea-, para eso ya existen las fondeadoras. Hacemos una descripción fregona del proyecto, y si a la gente le gusta, pues ya la hacemos. Además, mírenlo de esta forma: va a ser el trabajo con la que nos podremos graduar, ¿no creen?

Las caras de los demás se iluminaron. Las habilidades de convencimiento de Hugo eran infalibles. Entre risas levantaron sus mochilas y se dirigieron a sus casas, mientras que abajo, una camioneta oscura con hombres armados los esperaba.

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