LA GENTE CUENTA

Guion número 305

Escenario 1

Una joven madre soltera llamada Martha, acompañada de su hijo Matías, camina por la acera mientras la mañana florece sobre cada una de las personas que comienzan a transitar por la ciudad; un sol benévolo tiñe de dorado todos los espacios, a la vez que comienza a templar el suelo, eliminando el frío de la noche anterior. 

Martha acude a una pequeña plaza, donde comerciantes, con amplias sonrisas en sus rostros comienzan a instalar sus puestos, haciendo que el lugar, otrora gris, ahora cobre vida con toda una diversidad de colores gracias a las carpas que llevan, dando un aspecto único, y con ellos, un mar de olores frescos comenzó a inundar aquella atmósfera. 

Las frutas y los vegetales comienzan a desplegarse sobre las mesas de aquellos hombres y mujeres, quienes con mandil a cuestas, comienzan a atender a cada una de su clientela. Martha llega a uno de aquellos puestos para comprar un poco de fruta, y con su bolsa en la mano, observa con detenimiento cada una de ellas para elegir las más hermosas. 

Pero de pronto, ella descuida por un segundo a Matías, quien ha comenzado a juguetear con una mariposa que llegó a posarse sobre su ropa, y sin algún tipo de aviso previo, aquel insecto comienza a alejarse de él, entendiendo el pequeño que debe seguirla para volverla a poseer sobre sus manos, pero eso implica alejarse de su madre. 

Escenario 2

Ana y Rodrigo, un matrimonio relativamente joven, discuten dentro de un automóvil sobre una de las principales arterias de la ciudad. Él sobre el volante, pisa el acelerador como alma endemoniada, mientras que ella, con lágrimas en los ojos, no dejaba de recriminarle una falta imperdonable. 

Aquel auto de color rojo circulaba sin precaución sobre el pavimento, la conducción de Rodrigo ameritaba muchas faltas al reglamento de tránsito, pero es evidente que él no está pensando claramente. Ana insiste que él debe dejarla salir del auto, quizá para que en alguna esquina tome un taxi que la lleve a la casa de su madre, alejarse un poco del monstruo que se había convertido su marido. 

El auto de Rodrigo comienza a circular sobre el área poblada, pero aun así decide no bajar la velocidad. Ana alza un poco la voz para insistirle a su esposo que la deje en paz, mientras que él quiere besarla a la fuerza, algo que desagrada a ella, y termina por plantarle una bofetada a él. Rodrigo comienza a verla con cierta furia en los ojos. 

Un golpe fuerte sobre la carrocería saca del ensimismamiento a ambos, y por primera vez Rodrigo detiene su marcha, dispuesto a verificar qué demonios le ocurrió a su automóvil. Sobre el asfalto, un pequeño de unos cinco años, y de cuya mano surgió una mariposa, yacía inmóvil, con el rostro sangrante. Una mujer de rizos oscuros y bolsa de mandado se acercaba corriendo al lugar, llorando amargamente.  

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