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LA GENTE CUENTA

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Dentro de la cabaña

-Alan… ¿estás bien?

El joven tenía los pies cerca del filo de la puerta cuando se quedó petrificado. No cedió ni hacia adelante ni hacia atrás, y en cambio, el color de su piel se tornó a uno blanco casi transparente, mientras un sudor frío recorría su frente. Y en el fondo, cerca del pasillo, su madre observaba todo. 

-Hijo… Dime algo, por favor –rogaba la madre. 

En ese momento se acercó para ver lo que le causaba tanta angustia. No vio nada, pero los ojos de Alan estaban muy abiertos. Y en cuanto tomó de su mano fue cuando volvió en sí. 

-Mamá, tengo miedo… 

El chico abrazó a su madre con mucha fuerza. Estaba preparado para irse a la escuela, pero esta vez decidió hacer un cambio de planes. 

-Alan, tú siempre has deseado volver a la escuela. Desde lo que pasó ese siempre fue tu principal propósito. Pero parece que te dio miedo salir. ¿Por qué?

Él solo se limitaba a mirar sin mirar, hacia la pared, como si lo quisiera traspasar con los ojos. Aún se observaba cierto temor en su rostro. 

-¿Y si me enfermo? –titubeó al fin. 

-Cariño, todo va a estar bien. Si tomas las precauciones necesarias, no te va a pasar nada. Y afortunadamente eres muy fuerte. 

Silencio tétrico en la sala. Alan parecía no ceder. 

-No vas a estar dentro de la casa para siempre, ¿no crees? En algún momento vas a tener que salir. Para una emergencia, por ejemplo. 

-Me siento seguro aquí –fue su única respuesta. 

La mujer se levantó del sillón para ver un poco el panorama: el sol salía a relucir sus rayos de forma tímida, una brisa fresca hacía levantar las hojas, el cielo dejaba ver un azul clarito, un coro de aves trinaba sobre un árbol. 

Una corriente de aire entró a la casa, refrescando el ambiente. 

-¿Podrías cerrar la puerta, por favor? Tengo frío –suplicó quedamente Alan. Su madre accedió de buena forma. 

Aquella mujer solo se dedicó a observar a su hijo con cierta lástima. Pero también comprendió su actitud: hace más de un mes uno de sus mejores amigos cayó presa de una enfermedad, la misma que lo tenía preocupado. Y solo había ido a una fiesta. Ya no volvió a despertar.