La evolución del transporte capitalino

Mochilazo en el tiempo
El transporte capitalino ha cambiado desde las carretas colectivas tiradas por mulas hasta sistemas eléctricos o subterráneos imitando algunos modelos internacionales

A lo largo de los años, el transporte en la Ciudad de México ha abarcado una enorme variedad de sistemas, rutas, tamaños y colores, adaptándose a las necesidades de una urbe en transformación.
Los primeros colectivos surgieron en la Colonia, cuando el crecimiento del parque vehicular motivó que conductores alquilaran sus carruajes. En 1793, el segundo conde de Revillagigedo, virrey de la Nueva España, autorizó el primer servicio oficial de ese tipo, con ocho carruajes “de providencia” de color verde, y estaban repartidos en el Portal de Mercaderes o la Plaza de Santo Domingo.
Fue hasta 1856 cuando se inauguró el tranvía México-Tacubaya, conocido como “de mulitas”, por ser de tracción animal. Este servicio creció y pronto se extendió por todo el Distrito Federal; en 1900, inició una nueva época con el tranvía eléctrico, en circulación hasta los ochenta. Quizá el modelo más recordado sea el PCC, cuyas unidades fueron adquiridas de segunda mano en los Estados Unidos. Los tranvías se complementaron con los trolebuses, que continúan moviendo a miles de pasajeros.
Muchos transportes fueron “bautizados” por sus características: los camiones “pistaches”, “chatos” y “vitrinas” dieron paso a los “delfines” y “ballenas”, que luego se integraron a Ruta 100, además de los primeros metrobuses, muy distintos a los actuales. También había taxis “canarios”, “corales”, “cotorras” y “peseros”.
Importante avance fue la construcción del Metro, en 1969, que hoy cuenta con 12 líneas. El último gran cambio fue el Metrobús en 2005, basado en un esquema brasileño. La puesta en marcha de su línea 7 -con unidades de doble piso que corren sobre Reforma- se suma a esta larga historia.

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