Cuando creemos que vamos avanzado, la realidad nos pone un garrotazo de regular tamaño y nos obliga nuevamente a poner los pies en la tierra; la efímera excitación del progreso se convierte en la eterna lucha contra la frustración por el fracaso, y entonces, nuestro hermosos carruaje de cuento de hadas se convierte en calabaza… pero seguimos adelante, nos vamos a pie buscando nuestro próximo molino de viento para desahogar nuestro valor reprimido.
Esa es la vida, una mezcla de sentimientos, una revoltura de planes y metas – inalcanzables algunas- que terminan por abrumarnos, pero que a la vez, son el traje a la medida para los grandes espíritus, los eternos buscadores de la cueva de las orquídeas susurrantes.
Ese desanimo con el que amanecí este día en que materializo mi pensamiento se lo debo en gran parte a la política; no avanzamos, y eso es sinónimo de retroceder, cuando cándidamente creo que ha comenzado una nueva generación de políticos y en consecuencia una nueva tesis para convencer a las masas, mi ingenuidad termina por estrellarse cual huevo en la sartén.
Nuestra voluntad pretende ser manipulada, nuestra decisión es presa y a punto de ser vulnerada por intereses mezquinos; los acarreos a los mítines que nos dijeron ya habían muerto, hoy vemos que se han levantado de sus tumbas para continuar su eterno caminar en el sendero de la coacción, “si no asistes no hay apoyo”.
Es el sentir de mucha gente, ciudadanos que no atinan a oponerse por temor a no aparecer en la lista de asistencia al mitin y que ello les represente alguna merma en sus pretensiones; pretensiones que tal vez nunca lleguen no obstante su docilidad; ciudadanos a los que les hemos dejado saber que si bien no atinan a levantar su voz, en la intimidad de las urnas podrán gritar su valor reprimido a través de su voto; por su voto hablará su espíritu-parafraseando al Maestro José Vasconcelos- y estoy seguro que llegado el momento, hablarán.
Un paso para adelante y dos para atrás, no solo en la política, también en la educación; el bajo perfil de algunos maestros pretende ganar la batalla; no luchan contra la ignorancia pues primero está el negocio por las plazas, y nuestra “inteligencia” solo alcanza a impulsarnos a la compra de lealtades.
Resulta monstruoso la cantidad de horas pérdidas para el estudiantado que tuvo la mala suerte de tener como mentor a uno de esos irresponsables enseñantes que se la pasan más tiempo protestando, en lugar de estar en las aulas; enseñantes a los que me niego a llamarles maestros, pues es un título que les queda demasiado grande.
Todo ello, aunado a la precaria situación económica por la que atravesamos, a la delincuencia que esa sí avanza, y a la frustración de ver que los Partidos Políticos nos siguen dando pan con lo mismo, es lo que me motiva a afirmar que estamos siguiendo la estrategia del Cangrejo, vamos avanzando para atrás.
Las palabras se las lleva el viento pero mi pensamiento escrito está
Lic. Miguel Rosales Pérez