
Familia Política
Una de las funciones del ser humano como animal gregario es la educación, voluntaria o involuntaria, bajo un proyecto o de manera espontánea. El educador y sociólogo argentino Aníbal Ponce, de orientación marxista y bajo la influencia de los positivistas Augusto Comte y José Ingenieros, escribió un pequeño libro titulado Educación y Lucha de Clases, en el cual analiza el origen y evolución del fenómeno educativo desde el modelo puramente imitativo, que la humanidad adoptó durante el llamado comunismo primitivo, organización social en la cual no existía conciencia del YO; los productos que los entes colectivos lograban por medio de la recolección, caza y pesca, eran inmediatamente distribuidos entre todos, sin que hubiera excedentes; es obvio que nada era susceptible de constituir la propiedad privada, todos eran iguales. Esa era la finalidad de la educación, conservar el sentido de pertenencia del individuo al grupo.
Al inventarse nuevos instrumentos de caza y pesca y más aún, domesticación de animales e invención de la agricultura, cambió por completo el modo de producción y los bienes acumulados eran más que los consumidos; por tanto, susceptibles de apropiación; así se constituyó la propiedad privada y, obviamente, la división del trabajo entre productores y administradores, en una primera división de la comunidad en clases sociales.
Esta división avanzó tanto que alteró totalmente los cimientos de la vieja organización igualitaria; los administradores, al no trabajar, se hicieron pensadores, académicos, filósofos… cuya carencia de productividad se suplía con el trabajo de los esclavos; por ejemplo, Sócrates, Platón, Aristóteles, y los grandes trágicos y comediógrafos, toda una pléyade de “intelectuales”, se paseaban como semidioses bajo los pórticos de mármol blanco, por sus magníficas ciudades. La educación obedecía a ese esquema. El esclavismo era absolutamente necesario, de acuerdo con la mentalidad de los privilegiados filósofos, artistas y escritores griegos.
En este sentido, como en muchos otros, la cultura romana se asimiló a la griega: el lenguaje, la religión, la literatura, la filosofía, crecieron y se desarrollaron a través de los llamados Trivium y Quadrivium, esquemas que acrecentaron los conocimientos de: Retórica, Gramática, Arquitectura, Música, Astronomía, etcétera. En este sentido, Roma conquistó militarmente a Grecia, pero fue a su vez conquistada culturalmente por ésta: la llamada Maestra de la Humanidad.
Durante la Edad Media, con todas sus atrocidades, el control absoluto de la iglesia católica sólo permitió la existencia de dos grandes corrientes filosófico-teológicas: la Escolástica, impulsada por Tomás de Aquino, Guillermo de Ockham y otros, y la Patrística, que tuvo sus principales impulsores en Agustín de Hipona y Juan Escoto. En ambas no existía diferencia entre Filosofía y Teología.
Mucho más cerca de nosotros, el esquema educativo de Jean-Jacques Rousseau, denotaba la búsqueda de un modelo hacia el cual se orientara la formación de las nuevas generaciones; así nació la teoría de Emilio, el buen salvaje: “El ser humano nace libre, con pureza espiritual; es la convivencia con sus semejantes quien lo mancha y lo corrompe”.
En el nuevo mundo, digna es de mencionarse la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, pionera de la lucha por la emancipación de la mujer. Su época la hizo contemporánea de los grandes escritores españoles del llamado Siglo de Oro. Esta dama genial legó su nombre a la posteridad por su erudición y calidad de su pluma.
Al francés Auguste Comte, se le considera padre del Positivismo; escuela de tinte pragmático que fundamenta la educación solo en aquello que se puede experimentar; bajo la trilogía conceptual “Amor, Orden y Progreso”, pasó al continente americano, en donde tuvo seguidores como José Ingenieros en Argentina y Gabino Barreda en México. El grupo gobernante en nuestro país durante esa época, fue el denominado “Los Científicos”, cercano y consentido de Porfirio Díaz. El Rector José Vasconcelos, cambiaría el lema, para decir: “Por mi raza hablará el espíritu”; así creció la UNAM; el Maestro de América, hablaba de la Raza Cósmica, del perfil mestizo iberoamericano. Lázaro Cárdenas implantó la Educación Socialista. Ante este esquema, me he pronunciado en el sentido de que nuestra UAEH cambie el anacrónico lema positivista que desde hace un siglo conserva, por uno integralmente actualizado.
Por ahora, es triste advertir, en todos los niveles, grandes deficiencias en planes y programas coherentes, acordes con México y su circunstancia. La formación de profesores, quienes, salvo honrosas excepciones, consideran que la educación es solo una opción ocupacional que sigue la orientación ideológica del régimen dominante en turno, modus vivendi de gente sin vocación, pero con mucha necesidad de trabajar; generaciones que olvidan que educar es originariamente un acto de amor; lo consideran una cursilería romántica. Estoy seguro de que, si interrogamos a cualquier profesor egresado o alumno de alguna escuela normal, en relación con el modelo de mexicano que aspiran a formar, no sabría contestar o sus respuestas serían vagas, sin recordar que el fundamento se encuentra (todavía) en el artículo tercero constitucional. A mi juicio, las escuelas normales (especialmente las rurales) fueron magníficas impulsoras del México de su tiempo; pero en la actualidad, están totalmente fuera de contexto. Hacen uso de su libertad para tremolar banderas de tinte político; por una ideología manipulada.
Dice el artículo tercero, que la educación en México será democrática, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Contribuirá a la mejor convivencia humana, a fin de fortalecer el aprecio y respeto por la naturaleza, la diversidad cultural, la dignidad de la persona, la integridad de las familias, la convicción del interés general de la sociedad, los ideales de fraternidad e igualdad, son derecho de todos, evitar los privilegios de razas, de religión, de grupos, de sexos o de individuos.
Toda la pirámide educativa debe revisar sus estructuras, orientar sus esfuerzos en torno al modelo constitucional. Los profesores tienen la palabra.