AGENDA EDUCATIVA
A partir de que empezaron a distribuirse los libros de texto gratuito en 1960, nos recuerda Billy Cowart (1969), un abogado y político como Adolfo Christlieb Ibarrola, comandó una serie de críticas y protestas contra los libros gratuitos, así como a las reformas de planes y programas educativos de ese momento. Un sector social aglutinado como Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) se había identificado con los argumentos expuestos por Christlieb.
La UNPF sería uno de los primeros actores sociales clave en la disputa por los contenidos de los libros de texto gratuitos. En sus orígenes el posicionamiento de la UPFM era claramente conservador en términos ideológicos, sociales y morales. Este posicionamiento conservador de la UPFM, en defensa de los valores morales familiares, todavía se observaba nítidamente en gobiernos recientes, donde establecía una crítica abierta a la enseñanza de la sexualidad en los libros de texto gratuitos de primaria.
En el gobierno de AMLO, la UNPF aparece con un posicionamiento ecléctico que reúne diversos análisis y puntos de vista. La UNPF establece nuevamente una crítica a la edición y distribución de los libros de texto. Primero, advierte un sesgo ideológico que aparece en los libros de historia y errores en los libros de matemáticas. Segundo, defiende el derecho a una educación de calidad en la niñez. Y tercero, denuncia la falta de una consulta del gobierno actual para la elaboración de los textos gratuitos, la cual, en efecto, tendría que hacerse según la Ley General de Educación vigente.
Debido a ello, en los últimos meses la UNPF promovió una serie de amparos solicitando que no se imprimieran y distribuyeran los libros de texto gratuitos. En estos días, debido a una suspensión federal, se detuvo la distribución de los libros de texto gratuitos en Guanajuato, donde se le ordenó a la SEP regresarlos a los almacenes.
En este pequeño rastreo de la polémica vale la pena señalar, que desde su origen los libros de texto gratuitos han sido objeto de críticas y de disputa. Pero, también las respuestas ante las críticas han sido distintas por parte de los gobiernos.
El gobierno actual se compara con el gobierno de López Mateos y asegura que hay un ataque conservador a los libros de texto gratuitos. Pero, retomando nuevamente a Cowart (1969), en el gobierno de López Mateos el secretario de educación, Jaime Torres Bodet, respondió a la crítica y ante la opinión pública, al señalar que para la elaboración de textos gratuitos se tomó en cuenta las reformas acordadas para los planes y programas de enseñanza primaria, así como una serie de normas y lineamientos para que cualquier persona calificada pudiera escribir uno o más libros, así inició su trabajo la Conaliteg.
Parte del problema que tenemos hoy con respecto a los libros de texto gratuitos, no solo es su contenido (que merece un análisis más detallado) sino, además, su falta de correspondencia con los planes y programas de estudio, los cuales son del 2011 y 2017. Dicho de manera más sencilla, primero necesitamos planes y programas actualizados para el nivel básico y luego una nueva familia de libros de texto gratuitos. En ambos procesos, se necesitan normas, lineamientos, claridad, apertura y participación de distintos sectores sociales. Eso marca la legislación educativa, eso demanda una sociedad democrática.
Entonces, ¿todas las críticas y observaciones a los libros de texto gratuito provienen solamente de un sector conservador? Usted, lector, saque sus conclusiones.
Twitter: @cesar_garcia131