La democracia participativa se asoma

NÚMEROS CLAROS

    •    Lo relevante del nuevo gobierno, después de años de administrar el país, después del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y la “crisis de los errores de diciembre”, es que México podría estar transitando de la democracia representativa y autoritaria, a la democracia participativa


Esta semana inicia el trabajo, de manera formal, del nuevo gobierno federal. Las expectativas de los ciudadanos, como nunca antes, han crecido con la llegada del presidente electo a Palacio Nacional; los diputados y senadores ya están dando la pelea y tratando de materializar las promesas de campaña que los llevaron al Congreso de la Unión, pero este 1 de diciembre el nuevo gobierno comenzará a operar íntegramente para hacer historia.
Lo relevante del nuevo gobierno, después de años de administrar el país, después del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y la “crisis de los errores de diciembre”, es que México podría estar transitando de la democracia representativa y autoritaria, a la democracia participativa.
No es fácil dar ese salto, sobre todo porque existe un desprecio absoluto sobre la capacidad de pensar y actuar de los ciudadanos. El paternalismo de años de gobierno, donde los ciudadanos sólo sirvieron para validar o legitimar las elecciones dentro de un sistema electoral cuestionado, se resiste; las recientes consultas a los ciudadanos, si las vemos desde su contenido y no desde la forma en que se efectuaron, fueron cuestionadas al descalificar la opinión de los ciudadanos para opinar sobre la pertinencia de la ubicación en Texcoco o santa Lucía, por ejemplo.
Sin embargo, hay mucho más de un gobierno que han hecho posible los ciudadanos. La reciente convocatoria de ayer lunes para trabajar en la redacción de una “Constitución Moral”, puede abrir las puertas para que los ciudadanos expongan sus ideas sobre una democracia participativa, la lucha contra la corrupción, los abusos de poder y la impunidad en México.
Creo firmemente, que muchos de nosotros nunca hemos requeridos para dar nuestra opinión sobre los asuntos públicos y sólo hemos llegado a participar en asuntos de gobierno en las elecciones o en los censos del INEGI. Hoy se abre la oportunidad histórica para transformar el sistema político mexicano y hacer de la democracia participativa una realidad, para enterrar la retórica del discurso que neutraliza a los ciudadanos y les impide hacer uso de su poder de decisión en los asuntos públicos.
Indudablemente, este y muchos temas del nuevo gobierno no serán fáciles de instrumentar. Cuando algunos líderes de la oposición señalan en sus círculos cerrados, que el nuevo gobierno y sus políticas están inoculados, lo hacen porque saben que los grupos de poder que operan dentro de la admiración pública se han comenzado a mover, se estiran y se reagrupan bajo nuevos esquemas y nuevas figuras.
Muchos de funcionarios del gobierno de Felipe Calderón, que sobrevivieron al actual gobierno del PRI, y los que llegaron a este gobierno en el actual sexenio, los veremos mutar de colores y, quizá de ideas. Como en el sexenio del presidente Fox, donde los cambios fueron aparentes, al menos en los primeros tres años, despertando la decepción de los ciudadanos, el que el nuevo gobierno recicle a cientos de funcionarios salientes de este gobierno y los coloque en otras posiciones similares, dentro de otras secretarías, enviará un mensaje frustrante a los ciudadanos, los cuales quieren ver un cambio real en el gobierno, dentro de quienes diseñan y aplican las políticas públicas.

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