Home Orbe La de Trump; una campaña desestabilizada

La de Trump; una campaña desestabilizada

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Trump cayó en su propia trampa cuando, en el debate pasado, uno de los moderadores, le preguntó si era verdad que acostumbraba besar a mujeres sin su consentimiento. Esta era una de las bravuconadas del magnate en la famosa grabación de Hollywood. Trump respondió: “No”. Es este “no” lo que ha incitado a varias mujeres a realizar revelaciones…. A menos de un mes para las elecciones, las compuertas se han abierto.

Donald Trump contra el mundo. Desde que hace una semana se reveló una grabación en la que alardeaba de comportamientos que bordean el crimen sexual, el republicano Trump afronta una sucesión de acusaciones de agresión sexual. El aspirante a la Casa Blanca replicó el jueves con un discurso contra periodistas que han publicado las recientes revelaciones, las mujeres que le han denunciado y la familia de su rival demócrata, Hillary Clinton, a la que calificó de criminal.

Como un animal malherido, Trump ha redoblado la virulencia retórica tras la avalancha de denuncias y críticas que ha recibido en los últimos días. El candidato republicano dispara hacia todos lados: los periodistas, los Clinton, los propios líderes republicanos por retirarle el apoyo o simplemente expresar dudas sobre la viabilidad de su campaña.

Los sondeos reflejan una ventaja creciente de Clinton sobre Trump, e incluso estados tradicionalmente conservadores como Utah, feudo de los mormones, pueden acabar votando demócrata el 8 de noviembre. La estrategia del republicano tras conocerse la grabación de hace 11 años -en la que se enorgullecía de poder agarrar impunemente, y sin su consentimiento, a mujeres por sus genitales- no ha sido moderar el tono sino lo contrario.

Ha llamado desleal e inefectivo al líder republicano en Washington, el respetado speaker o presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Ha insinuado, en el tono conspirativo que suele usar, que la decisión de Ryan de dejar de apoyarlo activamente responde a un complot oculto en su contra, “un pacto siniestro que está en marcha”. Su adversario ya no es Clinton, ni los demócratas, sino el establishment, “una empresa criminal” en la que incluye desde al New York Times, a los jefes de su propio partido. “Saben que si ganamos su poder desparecerá y regresará a vosotros, el pueblo”, dijo en West Palm Beach (Florida).