Home Nuestra Palabra Carlos Barra Moulaín La danza de los payasos

La danza de los payasos

0

HOMO POLITICUS

En las campañas electorales el circo no es estacionario, sino un espectáculo ambulante, donde el payasito va casa por casa enarbolando sus mejores bromas

 
El desconocido rol de la política para los ciudadanos es tan desconocido como el de los políticos. Es por ello, que en las campañas electorales el circo no es estacionario, sino un espectáculo ambulante, donde el payasito va casa por casa enarbolando sus mejores bromas, que en ocasiones hacen reír y, en otras, llorar.
 
Lo sorpresivo de este escenario es que no hay sorpresas; la visita de un candidato es producto de la distancia y distanciamiento habitual que existe entre la clase política y los ciudadanos, en ningún caso, es una forma de acercamiento.
 
Ante el soldado desconocido, el monumento al soldado desconocido.
 
Las campañas electorales son operaciones quirúrgicas; la comunidad es el quirófano y los aspirantes los internistas que intentan curar los males, su atuendo es de payasito de barrio, multicolor y con etiquetas de todos tipos; quizá es multicolor y colorido para que la ciudadanía lo note, de lo contrario se mimetizarían como parte del paisaje social.
 
Lo agradable de la danza de los payasos, estriba en que traen alegría inusitada investidas de promesas fantásticas que por lo mismo, habrán de diluirse en la fantasía; son cuentas alegres de las cuales todos asumimos que no son ciertas, por ello jugamos a que creemos y los payasos a que creen.
 
La carpa del circo es estacionaria o móvil; cuando es estacionaria es un templete lleno de colores estridentes que erizan los pelos, en ella flamean banderas y la tecnología se multiplica en luces de colores y micrófonos de primera generación, hay música tropical y de banda, e incluso puede haber reparto de panecillos y dulces, al fin y al cabo, al pueblo “pan y circo”.
 
Cuando el circo es móvil, es un carromato vestido de propaganda en donde aparece, habitualmente, la cara del payasito con su mejor sonrisa y con un mensaje inclusivo, el cual siempre está en eso del “nosotros”, quizá porque si se falla, la culpa es de todos y no sólo del payasito; por lo que las epidemias y los males nunca vienen solos.
 
Quizá, solo en el transcurso de la elección se ríe sin parar; la sociedad se burla de las figuras circenses y disfruta desde la guerra de pastelazos hasta los dimes y diretes, engorda con las golosinas que le “obsequian” e incluso viste a la moda con una camiseta, camisa, gorra o chalequito, según sea el caso y, termina con un festín orgiástico denominado “verbena popular”.