La compasión

La compasión

RETRATOS HABLADOS

Nadie podrá negar que el ejercicio del poder necesita de seres humanos, con la capacidad de conocer y reconocer lo que es la compasión por sus semejantes, y que, por ningún motivo, puede ser confundido con la lástima. 

Políticos que conservan al paso del tiempo el sentido real y justo de la compasión, que es una forma más filosófica de aplicar la empatía, tienen un buen rumbo en el mar de las vanidades y soberbias, que regularmente acompañan a esa casta especial de personas.

Debiera existir un manual de la compasión en los terrenos de la política, que no es muy distante del que se debe aplicar en el terreno común de la convivencia humana, pero que alertará sobre los caminos que, en no pocas ocasiones, conducen a sentir lástima por el prójimo, que, repito, nada tiene que ver con el primer término anotado. 

Sentir compasión es comprender en su entorno, en sus circunstancias, a cada uno de los ciudadanos, y por lo tanto evitar a toda costa, calificarlo porque sí, o porque no comulga con los principios ideológicos del que, en ese momento, tiene el poder en sus manos.

A veces, de tanto repetir una frase, como aquella de que “el ser humano es él y sus circunstancias”, y atribuirla como máximo logro a José Ortega y Gasset, nos lleva a pensar que fue lo único que hizo, y que su tesis central en torno a la teoría de la razón, puede quedar descartada. Igual que con el polaco Ryzard Kapuscinski, que más allá de que, en efecto, manifestó que, para hacer periodismo, se necesita ser una buena persona, también puntualizó que los cínicos no sirven para este oficio. Y en estos tiempos, resultaría más prudente descubrir que el autor de Ébano, Un día más con vida, entre muchos otros, confirmó que los periodistas de su nivel, llevan en sí mismos la capacidad de ser buenas personas.

Pero retomemos el asunto de la compasión en los terrenos políticos, porque más allá de repasar conceptos en el cristianismo, en el Dalai Lama, en donde usted quiera, necesitan de una práctica cotidiana, esa que simple y llanamente aconsejan los padres y abuelos: “ponte en su lugar”.

A partir de asumir esa actitud, tal vez sea posible que dejemos de repetir las mismas historias, los mismos yerros, la misma enfermedad de los que simplemente se enferman de poder, porque dejaron de escuchar a su corazón, y espero no se tome como una frase cursi, porque tiene antecedentes en nuestra propia cultura, cuando mencionaban que teníamos la capacidad de escuchar nuestra conciencia, y por eso éramos sabios.

A todos debe preocuparnos el poder político, porque su uso positivo o malo, impacta a toda la sociedad. No se trata de seres irreales que viven en otro universo. Son igual que usted, que yo, que todos, pero es precisamente cuando se encierran en esa otra realidad, cuando confunden la compasión con la lástima.

Insistir en este aspecto nunca será suficiente.

Mil gracias, hasta mañana.

Mi Correo: jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

X: @JavierEPeralta

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