LA COMODIDAD DEL TOREO

#ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO

    •    ¿Son toros mansos o acaso la comodidad de los toreros actuales de lidiar toros con facultad de repetición que no siempre es bravura?


Estimados Amigos, con el gusto de saludarlos a través de este espacio de Plaza Juárez. El “desastre” que se ha venido dando en la actual Temporada grande 2019-2020 de la Monumental Plaza de Toros México, con el desfile de toros, procedentes de las ganaderías de mayor prosapia de la cabaña brava mexicana, que han dejado en el gusto de los aficionados frustración y desencanto al considerar que no han correspondido a lo que se esperaba de esos encierros calificándolos, de manera genérica, de mansos, descastados, bobalicones, etc., además de edad y en consecuencia de trapío.
Vayamos por partes, en las ocho corridas lidiadas de la actual Temporada Grande de la Gran México, los encierros, consideramos, han cumplido con lo señalado en el Reglamento taurino del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), los toros lidiados de igual manera han estado dentro de los parámetros de sus encastes, pero salvo en algunos casos, bien presentados. La afición taurina actual, sobre todo la bisoña, espera que por la puerta de chiqueros aparezcan toros con cataduras de encastes españoles de fenotipos muy diferentes a la ganadería brava mexicana, quisieran ver toros largo, enormes, musculosos y de arboladuras terroríficas, pero el toro de lidia mexicano, hasta ahora que se ha buscado “refrescar” la sangre con simiente español, es de si un toro más recogido, menos aparatoso, aun cuando lleve los mismos kilos que un astado español, pero que además tenga mucha movilidad y mayor acometida.
El toro mexicano, debemos entender, embiste de una manera más templada, el español tiene mayor fuerza en la acometida, al toro español cuando “se para” durante la lidia hay que matarlo, en tanto cuando el toro mexicano “se para” hay que comenzarlo a torear, para ello los toreros deben tener la cualidad del “temple”, pero esto todos quienes han toreado lo saben, lo que no quieren recordar, porque también lo saben, es que las condiciones de las reses de lidia son por demás diversas e impredecibles, por ello los toreros deben contar con recursos y poder hacer frente a todos, todos, los astados a los que se enfrenten, cosa que no es común en estos días, cuando los toreros sueñan enfrentarse cada tarde a toros de embestidas aterciopeladas, con la combinación justa de bravura y nobleza, de tal
manera que embista por derecho, pero metiendo los riñones en cada acometida para que transmita emoción a los tendidos.
¿Pero que hay cuando salta a la arena un toro, bravo, pero sin mucha calidad en su desempeño?, o peor aún un manso perdido?; aquí se acaba la magia y los actores taurino, ganaderos, toreros, empresarios, comienzan a buscar argumentos para justificar una “tarde aciaga”. Es triste ver la falta de recursos por parte de los lidiadores para enfrentar a toros que ofrecen problemas en la lidia, ya sea por, exceso de raza, falta de calidad en la embestida, ya por mansedumbre.
Sobre esto último vale recordar la Corrida Goyesca del 2 de mayo de 1996, en la Plaza de Toros Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo, José Miguel Arroyo “Joselito” en el pináculo de su carrera, se encerró con seis toros, saltó a la arena como sexto bis un manso perdido de la dehesa de Cortijoliva, alto de agujas, largo, enorme, con dos puñales por pitones, que desatendió capotes a la salida husmeando la arena en busca de hierba seguramente, cuando fue acosado embistió arrollando, no acometió al caballo ni por error por lo que lo condenaron a banderillas negras, que hizo “Joselito”?, con toda la decisión de torero sapiente y el coraje de figura del toreo que cuida su sitio, se fue con la muleta al morlaco y con cuatro muletazos por abajo lo destroncó, para después instrumentarle nueve muletazos de pitón a pitón, metiendo el pico de la muleta a la oreja contraria, que le valieron gritos de torero, torero; finalmente, entró a matar con habilidad dejando una estocada perpendicular que tumbó al manso sin puntilla, en una faena que con mucho fue mejor aquilatada que las realizadas a los cinco toros anteriores, de este episodio el fotógrafo taurino Manuel Durán ha dicho: “en aquella ocasión, todo sucedió como en un sueño, pero a diferencia de otros sueños, aquel no se olvida, vuelve, de vez en cuando, y no puedes evitar comparar…”
Por desgracia en estos tiempos los toreros ya no tienen, ni los mismos recursos, ni la misma disposición que antaño, esperando cada tarde que les salgan “toros a modo y no a contra estilo”, alentados por críticos, estos sí “a modo” que justifican sus carencias y desatinos, por ello tenemos tardes de toros, que lejos de parecer sueños para recordar, son verdaderas pesadillas recurrentes.
Por ahí nos vemos ENTRE EL CALLEJÓN Y EL TENDIDO si Dios lo permite.

Related posts