HOMO POLITICUS
En la menopausia del intelecto el INE asemeja la codicia de los tontos, se ha convertido en el verdadero centro de las críticas por solapar a un sistema de partidos vetusto y con una precaria legitimidad, cuestión que no es novedad, problema mayúsculo porque precisamente, no es novedad.
La novedad sería que los partidos políticos fueran conductores sociales, la concreción de las oportunidades del tejido social, que hicieran partícipes de sus acciones a los ciudadanos y que crearan un clima de igualdad social; pero, son todo lo contrario.
Destaca del INE y de los partidos políticos un contubernio tácito o el “club de Toby”, protegen sus granjerías y privilegios que ante la indolencia e ignorancia ciudadana les permite disfrutar como buitres de la carroña política, mientras que la pobreza pulula en los estómagos llenos de lombrices de millones de niños en el país.
Aunado a ello, el talento de los políticos parece estar ausente, porque sus retoricas resultan sórdidas, infames, carentes de sentido y son escuchadas por algunos cuantos ilusos y, desde luego, por las rémoras sociales que se benefician de alguna migaja de algún partido en una denodada cadena de corrupción y zalamerías incontenibles.
Pero, sigamos arando dijo la mosca. Nada tan irascible como admitir la inconciencia social, que elección tras elección refrenda su inconciencia votando por candidatos y partidos que no dan luces de cumplir lo que proponen, que incumplen principios básicos de representación ciudadana y que se empoderan para reproducir un dominio nauseabundo.
Sin duda, la codicia de los tontos debe ser admitida en dos planos, por un lado de las estructuras políticas que no admiten un gramo de conciencia social y por la de los ciudadanos que ya ni se acuerdan de ella, lo que a la postre nos llevará al pogromo.