Por el derecho a existir
Ser chavo-ruca tiene sus consecuencias inmediatas en las agendas de trabajo y citas postergadas, a menudo la frase “nos ponemos de acuerdo” se queda como una promesa fallida, un acuerdo en el que ambas partes saben que ese día no llegará y que en el próximo encuentro, las justificaciones sobrarán, si es que se configura.
Y sí, el trabajo, los cuidados, el sistema, todo, todo complotea en favor de la postergación, hay reuniones de índole personal que nunca se consolidan, y eso no es un asunto menor. El uso del tiempo es un tema que se ha comenzado a estudiar y a medir; los estudios feministas y de género han influido de manera importante, para saber en qué ocupamos el tiempo.
En un mes como octubre que vemos moños rosas por todas partes, discursos y fotos institucionales en el que nos dicen “tócate, chécate” y procuran con esfuerzos escuetos hacer una reflexión sobre el cáncer de mama, (y digo escuetos, porque las políticas públicas y programas presupuestarios aún son insuficientes).
Más aún, la mirada patriarcal desde la que se observa el problema de salud pública en el que recargan gran parte de la responsabilidad de prevención y atención en las mujeres, sin considerar el uso del tiempo de nosotras. La inversión de turno en el trabajo doméstico, los cuidados y, si a ello sumamos las intersecciones de etnia o de espacios urbanos y rurales, la religión, condición de discapacidad, la edad, entre otros factores, veremos que existe una brecha entre los programas y sus resultados.
Lo mismo pasa con frecuencia cuando se abordan otros temas, las instituciones apuestan por eventos para la foto, pero no de impacto a las personas.
Pondré un caso hipotético, la institución “A”, puso en sus redes sociales que tienen un compromiso firme para prevenir el cáncer de mama, todas las mujeres que laboran en esa institución vistieron de rosa el 19 de octubre y salieron al patio a realizar un moño humano. Sin embargo, por esta actividad se les acumuló el trabajo de la semana y ahora deberán reponer una hora más durante el resto de los días a las actividades. ¿Qué implica eso para las mujeres?
Si bien puede darse un pequeño paso de concientizar, lo cierto es que se requiere mucho más y no solo en el caso del cáncer de mama, también en los temas de violencia contra las mujeres, insistiré en que los días 25 de cada mes, se han convertido en una pasarela institucional de malas prácticas.
En fin, en el recuento de los daños como diría aquella canción, es necesario insistir a los gobiernos la implementación de políticas públicas transversales con perspectiva feminista, intercultural y de derechos humanos con presupuestos suficientes para la prevención, atención; sino las conmemoraciones son un recordatorio anual de lo bello que es responsabilizar a las mujeres (léase con el debido sarcasmo).