LA BATALLA POR LA NACIÓN

Conciencia Ciudadana

En pocos días la pandemia del Coronavirus alcanzará su máximo incremento, que probablemente durará menos tiempo que las dos fases anteriores, pero con  mayor letalidad que en ellas. No se trata de una mera especulación; así lo han previsto las autoridades de salud, basándose en la experiencia de los países donde la epidemia inició antes que en México, observándose  que tuvo mayor letalidad varias semanas después de iniciada. 

Y aunque así pasara en México; afortunadamente, nuestro país  cuenta con varias fortalezas para hacer frente a tal embestida. La primera es, sin lugar a dudas, un  gobierno democrático y patriota que, de no haberlo tenido, estamos casi seguros que la batalla contra el Coronavirus hubiera caído en manos de la corrupción, la ineficiencia y el oportunismo de políticos y empresarios sin escrúpulos. Saber que no  sucede esto, permite que la confianza ciudadana en el mando nacional sea más fuerte que nunca; sometiéndose responsablemente a la autoridad el mandatario. 

Y es que una sociedad dividida y confrontada, difícilmente podría mantenerse firme y unida frente al enemigo. No queremos decir con esto que todos los mexicanos piensen como el presidente; políticamente, la opinión pública aún se encuentra dividida; pues aunque el triunfo de 2018   constituyó una victoria contundente de las fuerzas del cambio; los conservadores aún tienen la fuerza suficiente para sabotear los esfuerzos del régimen triunfante, mediante una política contraria a la paz y la conciliación nacional. 

No obstante, la conciencia ciudadana ha madurado tan rápidamente durante el breve lapso de la administración del presidente López Obrador,  que resulta prácticamente imposible que la reacción logre convencerla de sus planes disolventes, con los que busca llevar a la nación a un estado de crisis e ingobernabilidad que les permita imponer su propia agenda económica y política, echando abajo los logros alcanzados por aquél.    

Es por tal razón que la opinión pública insiste en calificar de saboteadores a los autores intelectuales y materiales de dicha campaña difamatoria, inaceptable en un momento en que hace falta mantener con toda firmeza la unidad, la disciplina y el ánimo  positivo a fin de enfrentar exitosamente la embestida final del enemigo. En tiempos pasados, una actitud como esa se hubiera calificado como traición a la Patria: basta pensar la posible respuesta de un gobernante como Benito Juárez a una jugarreta como las mencionadas; porque en  momentos en que la patria está en peligro no hay lugar para permitir que se desaten las confrontaciones de partido o las ambiciones individuales; toda vez que es la sobrevivencia misma de la nación se encuentra en juego.    

Otro factor que juega a favor de la sociedad mexicana ante la batalla que se avecina, ha sido la decisión presidencial de dejar en manos de los mejores hombres y mujeres de la ciencia médica la conducción del combate a la pandemia; haciendo a un lado las opiniones oportunistas que han proliferado en estos momentos; algunas, movidas por buenos propósitos; pero otras, solamente  con la mirada puesta en sacar ganancia monetaria de la situación. Lejos de esas ambiciones, la comunidad médica y científica ha vuelto a recobrar el lugar que le corresponde en la conducción de la política sanitaria y el desarrollo de los planes y estrategias defensivos; impidiendo que la infausta costumbre del viejo régimen de dejarlas en manos de políticos oportunistas, no siempre ajenos a la corrupción que infectan a las instituciones de salud nacionales.  

Hoy, la nueva generación de científicos y médicos toma el mando y ocupa su lugar en la primera fila del combate. Los nuevos cuadros llevan sobre sus hombros el trabajo más arduo, apoyados por las viejas generaciones médicas, más expertas y fogueadas y, como tantas veces en nuestra historia, provista de  los recursos al alcance del austero presupuesto nacional (tal como fue el 5 mayo de 1862) ; pero sobre todo, arropados con el reconocimiento y la confianza de toda la nación; la que, cuando todo haya pasado (porque todo esto pasará), habrá de reconocer el sacrificio, la heroicidad y hasta el recuerdo glorioso de los caídos en combate que, inevitablemente, se darán en las filas del ejército uniformado de blanco. Ellos y ellas están y estarán -en palabras de mi hijo, el doctor Miguel Ángel Serna Guerrero-, en el lugar que les corresponde y en ningún otro. 

Todos pues, a ocupar nuestros puestos con grandeza de espíritu, disciplina y sin vacilación alguna.  

Y RECUERDEN QUE VIVOS SE LOS LLEVARON Y VIVOS LOS QUEREMOS CON NOSOTROS.  

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