La esperanza llega en cuotas a los escombros de la calle Álvaro Obregón. Al rumor de que va a entrar maquinaria pesada, le sigue otro de que aún hay seis personas con vida. Al reloj, que marcaba las 72 horas que los protocolos internacionales señalan para dejar de buscar vidas, le sigue el puño en alto, porque alguien cree haber escuchado una voz en los escombros.
El edificio de la calle Álvaro Obregón N.º 286, entre las colonias Roma y La Condesa, concentra en seis pisos derruidos el tiovivo de emociones en que se ha convertido el rescate durante las últimas horas y que se ha complicado tras el nuevo temblor registrado ayer por la mañana en Oaxaca.
Las labores en Ciudad de México tuvieron que ser paralizadas. 46 personas siguen atrapadas bajo los escombros, según la lista que han colgado en la farola los familiares, pero se cree que, al menos, seis podrían estar con vida, debido a que perros y aparatos han detectado calor y baterías de celulares.
Mientras tanto, la angustia más tangible del terremoto son un montón de madres bajo una lona de plástico, con la cabeza apoyada en las manos, mientras pasan las horas.
El martes a las 13:14 de la tarde, el edificio se vino abajo cuando la tierra comenzó a moverse de lado a lado hasta que se desplomó y engulló a casi 70 personas, en el tiempo que tarda un semáforo en cambiar de color. En el resto del país hay casi 300 fallecidos.
Hasta ese día el edificio era un digno inmueble de seis alturas con despachos de abogados y contadores. A un lado, una tienda de decoración y al otro, viviendas.
Durante las primeras 24 horas de movilización vecinal, los rescatistas lograron, con más talento que medios, sacar del edificio a unas 23 personas con vida.