“El poder no transforma a los hombres.
Nada más los desenmascara”.
Sentencia popular.
Donde quiera que exista un grupo humano, habrá política. Varios siglos antes de Cristo, Aristóteles definió al hombre y a la mujer (para que no me regañen las feministas) como un ZoonPolitikón; esto es, un animal político. Sí, la política está en todas partes. Aunque sumamente desprestigiada, insisto, es una de las actividades superiores del hombre.
A los pesimistas les digo: para los individuos y para las naciones,es preferibletener una política deficiente y perfectible, que no tener política. Esto último equivaldría a un totalitarismo absoluto carente de cualquier libertad.
En todo grupo humano organizado existe la necesidad de dividir el trabajo, por lo tanto, asignar posiciones de poder, por encima de otrasen distintos niveles y jerarquías.
En sociedades muy avanzadas, el grado de especialización técnica y científica parece alejar a los genios, de las ocupaciones y preocupaciones cotidianas. En estas elevadas zonas de confort pueden instalarse auténticos sabios en su rama que son, al mismo tiempo, auténticos analfabetas políticos.
La familia, célula primigenia de toda organización social, también tiene una estructura piramidal de mandos, en la cual generalmente el padre se encuentra en el vértice. Aún así, los conflictos entre consanguíneos son pan de cada día, desde niños. Estos antagonismos pueden ser resueltos por la autoridad moral de los mayores, o agravarse y aún degenerar en violenciasí los progenitores mueren intestados y/o la distribución de la herencia (magra o cuantiosa) genera ambiciones e inconformidades. Cuando la política falla, sobreviene el conflicto.
La escuela es el siguiente nivel de convivencia, en el cual alumnos, maestros y directivos, representan a los protagonistas del poder. Las sociedades de alumnos, las organizaciones sindicales, la injerencia de los partidos en los niveles superiores, politizan los espacios educativos. Para bien o para mal, ello resulta inevitable. En caso de duda, se recomienda mirarse en el espejo de Ayotzinapa. En la parte oscura de este juego, los verdaderos responsables suelen ubicarse como sujetos de la educación, en su zona de confort, y arrojar las culpas históricas al orden superior de gobierno, que nada tiene que ver en el asunto. La manipulación política, puede hacer de los demonios ángeles, de los buitres palomas y de las tragedias, modus vivendi.
En pocas instituciones, se practica la política de confesionario, soterrada, encubierta, disfrazada… como en el seno de la iglesia católica,jerarquizadatambién de manera vertical y autoritaria. Hacen política desde los humildes curitas de pueblo, hasta la poderosa Curia del Vaticano, pasando por obispos, arzobispos y cardenales.Desde el vértice de la pirámide, se advierten las incongruencias que van desde la protección encubierta de la pederastia, hasta su pública condena. Desde la complicidad con los poderosos, hasta la Teología de la Liberación; sin soslayar la injerencia en las cuestiones migratorias tan de moda y en las crisis de las más altas economíasdel mundo.
En la existencia vulgar,no hay nada que guste más a la grey católica que ver al “Santo Padre”, desde su elevada zona de confort, besando niñitas indígenas y pronunciando discursos pacifistas en las principales tribunas del primer mundo, muy al estilo del Dalai Lama, otro político religioso de altísimo nivel.
En los regímenes democráticos, el verdadero poder, surge de la política. La administración pública, recibe de éste, la competencia y los medios para cumplir con los objetivos de sus diferentes órganos. En el Sistema Métrico Sexenal, esta relación, de supra a subordinación, hace que, ante las perspectivasde un nuevo proceso electoral, la angustia se refleje en los titulares de las dependencias y en los trabajadores en general.
Todo cambio, implica riesgos laborales. En los diferentes órdenes y poderes del gobierno, durante los últimos meses de un periodo constitucional, se genera actividad política inusitada. Por un lado, la ambición de atinarle “al bueno”, por otro, el temor de que llegue un adversario (propio o del Jefe) dispuesto (a) a cobrar facturas. También en esta vorágine existen zonas de confort.
Los profesionales de esta actividad, normalmente se forman en los partidos, de acuerdo con sus circunstancias (ideología, nivel económico, trayectoria académica, nexos familiares, amistades, etcétera). La política refleja y sufre las consecuencias de las reglas del juego que fijan los políticos. En algunas todo, o casi todo,se vale. Así, cuando alguien aspira a un cargo de elección popular, se expone a sufrir ataques de sus adversarios institucionales y de sus propios compañeros que compiten por el mismo espacio (fuego amigo).
Aquellos personajes que tienen, o creen “tener boleto”, ya superaron el viejo paradigma fidelista: “el que se mueve no sale en la foto”. Ahora el activismo comienza muy temprano. Las promesas abundan;los coqueteos se multiplican; las siete casas se visitan; las pasiones se desbordan; las lealtades flaquean… Todo es cuestión de valores:por ejemplo, hay quien, por amistad “se la juega” con algún aspirante, aunque sepa que no llegará. Otros se comprometen con quien parece “el amarrado” y éste no llega o enferma de amnesia; otros más se comprometen con “el malo” y “el bueno” los jala sin explicación lógica. Suele hacerse realidad aquel viejo adagio que dice: “unos corretean la liebre y otros sin correr la alcanzan”.
Lo mejor en este escenario es: ver llover y no mojarse.
Septiembre 2015.