La incertidumbre es un sentimiento que a todos nos invade, a muchos paraliza, aunque a otros, los menos, los impulsa y motiva; en menor o mayor grado pero la mayoría de los mexicanos vivimos invadidos por el acontecer del día siguiente; hoy ya nada es seguro; la seguridad social ya no es garantía de nada; el empleo, la salud, la vida misma están en riesgo permanente; hoy tengo empleo, ¿y mañana?; hoy estoy vivo, pero ¿por cuánto tiempo?.
Vemos realidades cotidianas que superan la ficción; lo que ayer leíamos en una novela, hoy vemos que sigue más vigente que nunca; “Los Olvidados”, de Buñuel, siguen siendo los olvidados de nuestros tiempos; gente sufriendo en silencio por el vacio de la incertidumbre, por el vacio de la desesperanza; y todo por ese vacío provocado por los bolsillos ávidos de dinero, pero llenos de desesperación.
Hiere sentir la angustia de las amas de casa que tienen que estirar el gasto semanal no solo en los alimentos del día, sino también en las constantes cuotas escolares, que así sea de cinco o diez pesitos, pero también duele, duele mucho cuando no hay de donde echar mano; los jefes de familia, partiéndose el alma para ganar aquello que en manos de otros, de suyo insensibles, se desvanece en el dispendio; ¿Cuánto dinero no se ha tirado a la basura en procesos electorales siempre objetados, en lugar de invertir en la educación?; las amas de casa defienden el gasto cual legislador cuando le quieren quitar las subvenciones.
Muchas veces arrastrando los pies, no de cansancio, si de pena, si de humillación; la falta de dinero los hace agachar la cabeza para pedir favores; y los fortuitos poseedores de la varita decisoria aprovechando sus minutos de fama y ejerciendo el crudo poder, y con ello, alimentando la desesperanza, la humillación, la angustia; la incertidumbre de un mañana vacio de futuro y lleno de frustración.
No es lo mismo la incertidumbre de los incumplidos que la incertidumbre de los olvidados; la primera, tuvo remedio pero la desidia los venció; la segunda, ya es parte de su vida, esa vida que los pisotea y que a diario les recuerda que no tienen derecho a rebelarse ante la adversidad inducida.
Ruindad es abusar de los que nada tienen; y nosotros hemos dejado de tener tranquilidad, la inseguridad la asesinó; y como si la necesidad y nada de recursos fuese poco, ahora agreguémosle el aderezo: muerte por doquier; ciudadanos agazapados para esquivar la bala asesina en cualquier fuego cruzado; hemos aprendido que lo único seguro es la incertidumbre.
Los años van pasando y la gente se va con ellos, en eso si que no hay duda, nacer, crecer, reproducirse y morir, es lo único cierto; millones de personas sintiéndose felices con los éxitos de otros, los hacemos nuestros para no dejar de soñar, aunque la mayoría no logre esbozar el menor de sus sueños; nos han dicho que debemos luchar para alcanzar lo que queremos, pero a veces esos años de lucha los mata el bandido que nada hace y todo arrebata, y las manos vacías nos regresan a la realidad.
“Tener más” ha dejado de ser la meta para la mayoría de los mexicanos, ahora lo nuevo es “tener lo suficiente”; tener queso es importante, pero no tanto como salir de la ratonera, esa ratonera en la que estamos inmersos desde hace varios años y en la que todos tenemos algo de responsabilidad.
Responsabilidad de aquel que se siente dueño de cosas y personas solo por pagar salarios; responsabilidad de aquellos eunucos de poder que al sentir la miel de la rosa, se embadurnan el hocico a costa de la dignidad de sus pares; responsabilidad de los olvidados al acallar su grito sordo, pues ya lo dijo alguna vez Martin Luther King: “en las generaciones futuras no nos lamentaremos tanto de los perversos, sino del pasmoso silencio de la gente buena”.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está
Lic. Miguel:.Rosales:.Pérez:.