La anécdota

La anécdota
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RELATOS DE VIDA

Julissa juró jamás contar su vergonzosa anécdota, pero jamás se imaginó que un par de cervezas, mezcladas con unas copas de vino, le harían soltar ese secreto tan bien guardado por tantos años, y bajo muchos candados.

Tal vez la compañía, el hecho de que estaban jugando la famosísima verdad o reto, le dejó fluir amenazante en la narración que hace mucho tiempo pareció una desgracia y una desventura.

Esa tarde salió a comer con algunos compañeros de trabajo, y aderezó su comida con mucho picante, al salir del establecimiento no pensó en acudir antes al sanitario, creyó que no sería necesario y que llegaría a tiempo para llegar a su casa.

Lamentablemente la gastritis con la que ya cargaba, le hizo comenzar a sentir fuertes retortijones en el estómago, mismos que calmaba con profundas respiraciones y tratando que su mente pensara en otras cosas para desviar la atención de la urgencia.

Pasó por varias gasolineras, pero ninguna de ellas contaba con baño, así que metió velocidad al auto para llegar a su hogar, tal y como lo había pensado en un principio, pero el dolor abdominal y la necesidad pudieron más que ella, y a tan solo cinco minutos de alcanzar su destino su esfínter dejó salir todo lo que le urgía sacar.

Una vez en casa corrió al baño para terminar, despojarse de la ropa sucia y bañarse, ya limpia y sin olores, el turno de limpieza era del auto, talló con firmeza el asiento, enjuaga con un trapo húmedo con líquido de aroma floral, y bajó las ventanillas para que el aire de la noche eliminara el olor producto de la huella del delito.

A nadie le contó la fatídica historia, hasta esa noche de copas en donde todo salió a relucir, todos reían a carcajadas pero afortunadamente en días posteriores nadie recordó el incidente, porque lo que pasa en la peda se queda en la peda, regla de oro.

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