Kirchner usa su declaración judicial para un mitin

Miles de argentinos añoran a la izquierda en el poder

  • La expresidenta argentina fue imputada por un juez pero a la salida organizó un gran acto político triunfal

Lo hizo a la puerta de los juzgados, mientras los kirchneristas luchaban para colgar una bandera peronista justo encima de la ventana del despacho de Bonadío. Lo lograron durante un tiempo hasta que la policía la retiró entre insultos de los manifestantes, que cantaban “Bonadío, la concha de tu madre, Cristina es del pueblo, y no la toca nadie”. Desde las ventanas del enorme edificio de corte casi soviético, trabajadores del juzgado kirchneristas alentaban a las masas que clamaban contra los jueces. Un escenario de enorme tensión política difícil de imaginar en otro país.

 

Buenos Aires.- Le dio la vuelta por completo. Lo que parecía su día más difícil, la declaración como imputada ante un juez, se convirtió en el regreso triunfal de Cristina Fernández de Kirchner a la primera línea de la política argentina. Fue una gran demostración de fuerza del kirchnerismo y un desafío sin precedentes a la justicia.

Miles de personas insultaban al juez Claudio Bonadio a las puertas del juzgado mientras dentro él tomaba declaración a la expresidenta por un presunto fraude al Estado en una operación de compraventa de dólares. Y ella, en cuanto terminó de declarar, organizó a las puertas del juzgado un apoteósico mitin de regreso en el que se dibujó como una perseguida política y se lanzó con enorme dureza contra la justicia, contra los medios, y contra el Gobierno de Mauricio Macri mientras sus fieles, enardecidos, cantaban “vamos a volver”.

Fernández de Kirchner se coloca así como un referente claro de la oposición, tal vez su líder en la sombra. Formalmente no tiene ningún cargo, ni siquiera es parlamentaria. Pero nadie lo diría viendo su mitin.

A 100 días de dejar el poder, la expresidenta abandonó su refugio patagónico para declarar ante un juez federal como sospechosa en una causa por fraude contra el Estado. Pero no lo hizo sola. Miles de personas la acompañaron hasta los tribunales federales en el barrio de Retiro, de espaldas al Río de la Plata, y transformaron su declaración en un acto de enorme contenido político.

La última aparición de la expresidenta fue el 9 de diciembre, minutos antes de dejar el poder. “A las doce me convierto en calabaza”, le dijo a los miles que la despedían en Plaza de Mayo. Y desapareció. Se refugió en El Calafate y se quedó en silencio. Pero el regreso ha sido tan triunfal como la despedida y ha demostrado una vez su enorme capacidad de movilización.

Fernández de Kirchner fue la gran derrotada en las elecciones de noviembre de 2015, no solo en el país sino sobre todo en la provincia de Buenos Aires, donde pensaban refugiarse sus fieles. Pero ahora, con esta inesperada oportunidad brindada por la imputación del juez Bonadío, ella recupera protagonismo. El peronismo vive una cruenta guerra interna por la sucesión de Fernández de Kirchner y ella demuestra que no se va, que conserva un gran arrastre y que quiere estar en primera línea de fuego contra Macri.

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