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Justicia de propia mano no es justicia

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PIDO LA PALABRA
La justicia de propia mano es regresión, es atavismo que violenta al derecho; no es ese el camino a seguir, se puede errar el camino y “cometer injusticias en nombre de la justicia”

Cada día son más las poblaciones que han decidido tomar la seguridad en sus manos, hacer justicia por sus propios medios; el ejemplo brota por todas partes cual viruela que, de no atenderse, dejará cacarizo al Estado Mexicano.

No es poca cosa la actitud asumida por esas turbamultas, ya que por una parte están manifestando con acciones su legítimo derecho a sentirse seguros en su propia casa; seguridad que las autoridades de los tres niveles de gobierno no han podido otorgarles, pero, por otra parte, con esas mismas acciones de violencia irracional, están violentando el estado de derecho que paradójicamente pretender defender.

Nuestra Ley Suprema estipula que “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho”, pero… ¿cómo quitarles entonces ese sentimiento de inseguridad sostenida que desde hace años en esas poblaciones están padeciendo?; si las autoridades, por muy buena intención que pudiesen tener sus medidas tomadas no han logrado cumplir con esta su obligación principal, darle paz y tranquilidad a su gente.

En los linchamientos que se presentaron en esta semana, primero en Puebla y después en Hidalgo, se dice, fueron producto de “fake news” sobre supuestos robos de niños, pero creo que nuevamente estamos equivocado el punto, ya que tales noticias falsas solo fueron la gota que derramó el vaso, el verdadero origen debemos encontrarlo en la inseguridad no atendida; sin que esto signifique justificación alguna de la actitud asumida por los pobladores de esos lugares, al contrario, dichas acciones son totalmente reprochables, más aún cuando se esconden en el cobarde anonimato.

No obstante nuestros miedos, no debemos caer en esa espiral de desesperación; no se debe caer en la medida fácil de incitar a la gente a actuar con violencia para darse una especie de seguridad, para eso están los cuerpos policiacos que deben asumir la función que se les ha encomendado.

La policía mexicana debe dejarse de resolver sólo aquellos asuntos que se antojan mediáticos y que por la rapidez con que actúan es inevitable que se levanten sospechas, hasta eso es parte de la desconfianza heredada en la que estamos inmersos.

La justicia de propia mano es regresión, es atavismo que violenta al derecho; no es ese el camino a seguir, se puede errar el camino y “cometer injusticias en nombre de la justicia”, revertir los efectos en esos casos sería imposible; las autoridades deben hacer algo más allá de lo estrictamente indispensable para recuperar la confianza abollada por tantos muertos; es menester la presencia del brazo largo de la ley y que infunda respeto, no miedo, pues solo de esa forma se quitará de la mente de la gente esa tendencia de hacerse justicia por su propia mano, pues no olvidemos que “no hay miedo más irracional que el que es producto de la ignorancia”.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.