Muy cerca de la zanja del cinturón de seguridad, donde termina la calle de Simón Bolívar, por la mina del “Cuixi”, vivía Juan Pérez con su señora Andrea “La Peluda”, con 8 hijos, tenían 4 perros, que les cuidaban su jacal. Juanito nunca tuvo infancia, desde niño trabajó como burro para ganarse los frijoles, de joven trabajó en las minas chicas llamadas terreros, pero nunca pudo entrar a la Compañía Real del Monte y Pachuca.
Cuando llegaba del trabajo, se ponía a jugar con la perra “La Chata” que estaba ciega, corría y se estrellaba con la pared y muchas veces se caía en un agujero. Juanito le quitó el complejo de estar ciega y le enseñó a disimular su defecto, para que no la agarraran de tonta y le dieran sus patadas, eso hacía enojar a la señora Andrea, que le decía:
¡Ya Juan, deja a esa pinche perra! Como te gusta estar perdiendo el tiempo, ciega nació y ciega se va a morir.
Pobrecita, ladra a lo pendejo y no sabe a quién.
Estará ciega pero seguido está cargada.
¡Pinches perros encajosos! Como no ve, se aprovechan, si tuviera dinero me cae que la llevaba con un veterinario a que la operara.
¡Cállate el hocico! La gente que te escuche va a pensar que la quieres más que a tu jefa.
Pues no tanto, pero más que a tí, sí.
¡Desde ahora te vas a dormir con ella, cabrón! Para que se te quite lo hocicón. Me voy apurar para que vayamos al Venado, a conseguir pulque del bueno, porque los cantineros de por aquí le echan agua y luego estamos chorrillentos.
Esa voz me agrada, desde ayer no se me quita la diarrea, me dan ganas de pasarme un hueso de aguacate.
Yo no me quedo atrás. Luego parece que estoy bailando rumba afuera del baño, porque están ocupados.
Cuando regresaron de ir a comprar el pulque, se soltó un fuerte aguacero, comieron y se estaban tomando su tlachicotón, cuando llegó su compadre “El Chilaquil”, todo empapado y se asomo por la puerta:
Buenas las tenga comadrita, ¿No está mi compadre?
Pásele compadre, esta es su casa.
Del baño salió Juanito, que al ver a su compadrito, le dijo.
Hijole compadre, vienes como te dicen. ¡Vieja dale a mi compadre una toalla, para que se seque, no le vaya a dar gripa.
Gustavo “El Chilaquil” era viudo, su vieja se había muerto de una cruda mal curada y desde entonces odió el agua y nunca la tomó. Se aventaba sus pulques a la memoria de su mujer, él trabajaba en la mina del “Porvenir” se estimaban mucho, era el padrino de todos los hijos de Juanito.
De momento “El Chilaquil” estornudó muy fuerte, hasta espantó a la señora Andrea, que en esos momentos se empina el jarro, el pulque se le fue por otro lado, se estaba ahogando. La señora sacaba los ojos como de burro y abría el hocico, se le veían hasta las tripas, meneaba las manos como si fuera a volar, Juanito le echaba aire con el aventador y le decía:
¡Cálmate vieja! ¡Mira los calzones de tu padrino!
Al ver que se estaba poniendo como camote Don Juan, con el puño cerrado le pegó en el lomo, que sonaba como tambora, hasta que la señora reaccionó.
¡Ay! En la madre, sentí que me llevaban los diablos.
¿Ya está usted bien comadrita?
Sí, compadre.
Entonces chinguese su pulque, para que se acabe de componer.
Juanito vio a su compadre que temblaba como perro chihuahueño y le dijo:
Pásate al otro cuarto compadre y te encueras, te envuelves en una cobija mientras se te seca la ropa, no vaya a ser el pingo y te peles para alcanzar a mi comadrita.
“El chilaquil” así lo hizo y enredado en un jorongo se fue a sentar junto al fogón a doña Andrea, a quien este asunto le dio mucha risa.
Con todo respeto compadrito, se parece usted a Calzonzin Inspector.
No seas igualada vieja, ¿qué va a pensar mi compadre? – Protestó Juan.
Se sirvieron otra tanda de pulque y comenzaron a ponerse muy contentos y dijo Juanito:
Yo propongo que cantemos una canción que nos llegue al corazón, para chupar a gusto voy a bajar la lira.
Juanito estaba afinándola y eso molestó a su vieja, que le dijo:
No mames, cabrón, pareces músico de rancho en afinar y en miar se te va todo el turno.
Calmantes montes, vieja, las notas deben de salir claras, si quieres hacer un trío con nosotros haz unas gárgaras con agua caliente para que no nos desentones.
¡Baboso! Yo cuando era joven fue cantante de una estudiantina.
Pero ha de haber sido en la cantina, porque cantas de la chingada.
Cantaron varias canciones y se chuparon el garrafón de 20 litros de melón, cuando oscureció, “El chilaquil” se puso su ropa y se despidió,
Ya me voy, si no mañana no voy trabajar y me corren, ya me lo advirtió el encargado, mi compadrito se quedó durmiendo con la boca abierta, le había de poner una almohada para que no se vaya a ahogar.
Le voy a meter un trapo en el hocico, porque ronca igualito a un león bien encabronado.
Al día siguiente, como a las 6 de la mañana, se escucharon los chiflidos del “Chilaquil” que espantaban a todos los perros que no dejaban de ladrar. Doña Andrea “La Peluda”, movía a su señor:
Despierta viejo, ahí está mi compadre chiflándote, ya tiene rato.
Ya me voy, ¿Me guardaste un traguito de pulque?
Todo nos lo madreamos ayer.
¡No hay! Bueno, me voy con la bendición del petate.
Ese día le fue muy mal a Juanito, cuando estaba barrenado en un túnel, le cayó una piedra muy grande en una pierna, sus gritos se escuchaban hasta la superficie. Su compadre “El Chilaquil” fue el primero en ayudarlo, organizó que lo sacaran en una camilla y se lo llevaran a la Clínica Minera, allá llegó con la lengua de fuera, su vieja “La Peluda” les preguntó a las enfermeras:
Perdonen, ¿cómo está mi esposo que acaban de traer con una pierna apachurrada?
No sabemos señora, lo están operando.
Se paseaba de un lado a otro fumando su cigarro y cada que salía alguien le preguntaba, cuando creyó que nadie le daría razón, salió un doctor y le dijo:
¿Quién es familiar de Juan Pérez?
Yo mera, ¿para qué soy buena?
Le entregó una bolsa y le dijo:
Al señor le cortamos la pierna, no pudimos hacer nada por salvarla, estaba totalmente deshecha, haga sus trámites para que la entierren en el panteón, no la vaya a enterar en otro lado, porque la meten al bote.
¿Dónde está la pierna?
Se la acabo de entregar, va en esa bolsa.
¡Ay, en la madre!
La señora abrió la bolsa y se asomó, al ver la pierna de su viejo cerró la bolsa e hizo gestos de horror, en esos momentos llegó el compadre “Chilaquil”
¿Qué fue lo que pasó comadrita? Nada más les ayudé a que lo sacaran pero no me enteré bien lo que le sucedió, la señora se recargó en su hombro y soltó el llanto, decía palabras pero no se le entendían porque estaba subiendo y bajando el moco, hasta que le dio un pañuelo.
Suénese bien comadre y cuénteme lo que pasó, a ver qué tiene en la bolsa, al verla “el chilaquil” hizo gestos de fuchi y le dijo:
Estuvo duro el madrazo, pero sé que mi compadre es muy fuerte y va a aguantar la noticia que le falta un remo, no se preocupe, siempre estaré con ustedes en las buenas y en las malas.
Se juntaron varios amigos y fueron a enterrar la pierna en el panteón municipal, el carpintero, que era su cuñado de don Juan, le hizo una cajita a toda madre, parecía estuche de ametralladora. Pasaron los días y juanito fue dado de alta para que se repusiera en su casa, la resignación llegó muy pronto por la amistad del compadre y los cuidados de su vieja. Además el que ayudó al cien por ciento fue el pulque porque chupaban a madres, para que Juanito olvidara la tragedia de que le faltaba una pata. Utilizando todo el ingenio que tenía, “El Chilaquil” le hizo unas muletas y le dio muchos ánimos.
A ver compadrito, dé unos pasitos.
Juanito, poniéndose como camote por el esfuerzo, se levantó y logró ponerse de pie, al hacerlo todos le aplaudieron, sus hijos gritaron de alegría, los perros ladraron y su vieja fue la primera en abrazarlo, darle un beso y le dijo:
Bravo, bravo, ahora brinca con una pata como si brincaras el avión.
Juanito dio dos pasos brincando como chapulín pero al tercero se fue de hocico, la señora dijo:
Ayúdeme a pararlo, compadrito, que ya se dio en toda la madre.
Lo sentaron en una silla e hicieron planes para el futuro y les dijo “El Chilaquil”:
Mañana vamos a tocar y a cantar afuera de los mercados para ganar una buena lana y mandarte hacer una pierna de lujo a los Estados Unidos, Tú compadre, tocas la guitarra, mi comadrita un güiro y yo voy a conseguir una trompeta, ¿qué les parece?
Ese mismo día que hicieron su presentación se dieron cuenta de que no la iban a hacer, la gente en lugar de cooperar les mentaba la madre. Juanito se dedicó a dar grasa, se convirtió en un buen bolero, ayudado por su vieja que es la que le conseguía clientes y hasta la fecha lo hace en el jardín de independencia, solo tiene una pierna y se pone un hule de llanta de carro para que cuando se arrastre no se le desgasten las nalgas, Gustavo “El chilaquil” murió. Juanito y su vieja “La Peluda” son muy felices, cuando termina de trabajar se lo carga en burrito, llegan a su casa y chúpale pichón, y como dice el dicho: “las penas con pulque son menos”.
Cuando llegaba del trabajo, se ponía a jugar con la perra “La Chata” que estaba ciega, corría y se estrellaba con la pared y muchas veces se caía en un agujero. Juanito le quitó el complejo de estar ciega y le enseñó a disimular su defecto, para que no la agarraran de tonta y le dieran sus patadas, eso hacía enojar a la señora Andrea, que le decía:
¡Ya Juan, deja a esa pinche perra! Como te gusta estar perdiendo el tiempo, ciega nació y ciega se va a morir.
Pobrecita, ladra a lo pendejo y no sabe a quién.
Estará ciega pero seguido está cargada.
¡Pinches perros encajosos! Como no ve, se aprovechan, si tuviera dinero me cae que la llevaba con un veterinario a que la operara.
¡Cállate el hocico! La gente que te escuche va a pensar que la quieres más que a tu jefa.
Pues no tanto, pero más que a tí, sí.
¡Desde ahora te vas a dormir con ella, cabrón! Para que se te quite lo hocicón. Me voy apurar para que vayamos al Venado, a conseguir pulque del bueno, porque los cantineros de por aquí le echan agua y luego estamos chorrillentos.
Esa voz me agrada, desde ayer no se me quita la diarrea, me dan ganas de pasarme un hueso de aguacate.
Yo no me quedo atrás. Luego parece que estoy bailando rumba afuera del baño, porque están ocupados.
Cuando regresaron de ir a comprar el pulque, se soltó un fuerte aguacero, comieron y se estaban tomando su tlachicotón, cuando llegó su compadre “El Chilaquil”, todo empapado y se asomo por la puerta:
Buenas las tenga comadrita, ¿No está mi compadre?
Pásele compadre, esta es su casa.
Del baño salió Juanito, que al ver a su compadrito, le dijo.
Hijole compadre, vienes como te dicen. ¡Vieja dale a mi compadre una toalla, para que se seque, no le vaya a dar gripa.
Gustavo “El Chilaquil” era viudo, su vieja se había muerto de una cruda mal curada y desde entonces odió el agua y nunca la tomó. Se aventaba sus pulques a la memoria de su mujer, él trabajaba en la mina del “Porvenir” se estimaban mucho, era el padrino de todos los hijos de Juanito.
De momento “El Chilaquil” estornudó muy fuerte, hasta espantó a la señora Andrea, que en esos momentos se empina el jarro, el pulque se le fue por otro lado, se estaba ahogando. La señora sacaba los ojos como de burro y abría el hocico, se le veían hasta las tripas, meneaba las manos como si fuera a volar, Juanito le echaba aire con el aventador y le decía:
¡Cálmate vieja! ¡Mira los calzones de tu padrino!
Al ver que se estaba poniendo como camote Don Juan, con el puño cerrado le pegó en el lomo, que sonaba como tambora, hasta que la señora reaccionó.
¡Ay! En la madre, sentí que me llevaban los diablos.
¿Ya está usted bien comadrita?
Sí, compadre.
Entonces chinguese su pulque, para que se acabe de componer.
Juanito vio a su compadre que temblaba como perro chihuahueño y le dijo:
Pásate al otro cuarto compadre y te encueras, te envuelves en una cobija mientras se te seca la ropa, no vaya a ser el pingo y te peles para alcanzar a mi comadrita.
“El chilaquil” así lo hizo y enredado en un jorongo se fue a sentar junto al fogón a doña Andrea, a quien este asunto le dio mucha risa.
Con todo respeto compadrito, se parece usted a Calzonzin Inspector.
No seas igualada vieja, ¿qué va a pensar mi compadre? – Protestó Juan.
Se sirvieron otra tanda de pulque y comenzaron a ponerse muy contentos y dijo Juanito:
Yo propongo que cantemos una canción que nos llegue al corazón, para chupar a gusto voy a bajar la lira.
Juanito estaba afinándola y eso molestó a su vieja, que le dijo:
No mames, cabrón, pareces músico de rancho en afinar y en miar se te va todo el turno.
Calmantes montes, vieja, las notas deben de salir claras, si quieres hacer un trío con nosotros haz unas gárgaras con agua caliente para que no nos desentones.
¡Baboso! Yo cuando era joven fue cantante de una estudiantina.
Pero ha de haber sido en la cantina, porque cantas de la chingada.
Cantaron varias canciones y se chuparon el garrafón de 20 litros de melón, cuando oscureció, “El chilaquil” se puso su ropa y se despidió,
Ya me voy, si no mañana no voy trabajar y me corren, ya me lo advirtió el encargado, mi compadrito se quedó durmiendo con la boca abierta, le había de poner una almohada para que no se vaya a ahogar.
Le voy a meter un trapo en el hocico, porque ronca igualito a un león bien encabronado.
Al día siguiente, como a las 6 de la mañana, se escucharon los chiflidos del “Chilaquil” que espantaban a todos los perros que no dejaban de ladrar. Doña Andrea “La Peluda”, movía a su señor:
Despierta viejo, ahí está mi compadre chiflándote, ya tiene rato.
Ya me voy, ¿Me guardaste un traguito de pulque?
Todo nos lo madreamos ayer.
¡No hay! Bueno, me voy con la bendición del petate.
Ese día le fue muy mal a Juanito, cuando estaba barrenado en un túnel, le cayó una piedra muy grande en una pierna, sus gritos se escuchaban hasta la superficie. Su compadre “El Chilaquil” fue el primero en ayudarlo, organizó que lo sacaran en una camilla y se lo llevaran a la Clínica Minera, allá llegó con la lengua de fuera, su vieja “La Peluda” les preguntó a las enfermeras:
Perdonen, ¿cómo está mi esposo que acaban de traer con una pierna apachurrada?
No sabemos señora, lo están operando.
Se paseaba de un lado a otro fumando su cigarro y cada que salía alguien le preguntaba, cuando creyó que nadie le daría razón, salió un doctor y le dijo:
¿Quién es familiar de Juan Pérez?
Yo mera, ¿para qué soy buena?
Le entregó una bolsa y le dijo:
Al señor le cortamos la pierna, no pudimos hacer nada por salvarla, estaba totalmente deshecha, haga sus trámites para que la entierren en el panteón, no la vaya a enterar en otro lado, porque la meten al bote.
¿Dónde está la pierna?
Se la acabo de entregar, va en esa bolsa.
¡Ay, en la madre!
La señora abrió la bolsa y se asomó, al ver la pierna de su viejo cerró la bolsa e hizo gestos de horror, en esos momentos llegó el compadre “Chilaquil”
¿Qué fue lo que pasó comadrita? Nada más les ayudé a que lo sacaran pero no me enteré bien lo que le sucedió, la señora se recargó en su hombro y soltó el llanto, decía palabras pero no se le entendían porque estaba subiendo y bajando el moco, hasta que le dio un pañuelo.
Suénese bien comadre y cuénteme lo que pasó, a ver qué tiene en la bolsa, al verla “el chilaquil” hizo gestos de fuchi y le dijo:
Estuvo duro el madrazo, pero sé que mi compadre es muy fuerte y va a aguantar la noticia que le falta un remo, no se preocupe, siempre estaré con ustedes en las buenas y en las malas.
Se juntaron varios amigos y fueron a enterrar la pierna en el panteón municipal, el carpintero, que era su cuñado de don Juan, le hizo una cajita a toda madre, parecía estuche de ametralladora. Pasaron los días y juanito fue dado de alta para que se repusiera en su casa, la resignación llegó muy pronto por la amistad del compadre y los cuidados de su vieja. Además el que ayudó al cien por ciento fue el pulque porque chupaban a madres, para que Juanito olvidara la tragedia de que le faltaba una pata. Utilizando todo el ingenio que tenía, “El Chilaquil” le hizo unas muletas y le dio muchos ánimos.
A ver compadrito, dé unos pasitos.
Juanito, poniéndose como camote por el esfuerzo, se levantó y logró ponerse de pie, al hacerlo todos le aplaudieron, sus hijos gritaron de alegría, los perros ladraron y su vieja fue la primera en abrazarlo, darle un beso y le dijo:
Bravo, bravo, ahora brinca con una pata como si brincaras el avión.
Juanito dio dos pasos brincando como chapulín pero al tercero se fue de hocico, la señora dijo:
Ayúdeme a pararlo, compadrito, que ya se dio en toda la madre.
Lo sentaron en una silla e hicieron planes para el futuro y les dijo “El Chilaquil”:
Mañana vamos a tocar y a cantar afuera de los mercados para ganar una buena lana y mandarte hacer una pierna de lujo a los Estados Unidos, Tú compadre, tocas la guitarra, mi comadrita un güiro y yo voy a conseguir una trompeta, ¿qué les parece?
Ese mismo día que hicieron su presentación se dieron cuenta de que no la iban a hacer, la gente en lugar de cooperar les mentaba la madre. Juanito se dedicó a dar grasa, se convirtió en un buen bolero, ayudado por su vieja que es la que le conseguía clientes y hasta la fecha lo hace en el jardín de independencia, solo tiene una pierna y se pone un hule de llanta de carro para que cuando se arrastre no se le desgasten las nalgas, Gustavo “El chilaquil” murió. Juanito y su vieja “La Peluda” son muy felices, cuando termina de trabajar se lo carga en burrito, llegan a su casa y chúpale pichón, y como dice el dicho: “las penas con pulque son menos”.